El inicio de la carrera presidencial

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Allwood y 12 firmantes más, todos delegados al Congreso de Fesfut, pidieron un Congreso Extraordinario en marzo pasado / Foto Por Primera División de El Salvador

Por Gabriel Zura Zamora

2018-04-10 8:07:17

Tras pasar el ruido de las elecciones municipales y legislativas, automáticamente entramos en otra contienda electoral: las elecciones presidenciales de 2019. De esta forma, El Salvador es uno de los países que participa en el Super Ciclo Electoral Latinoamericano, en el que el destino de la región está en juego. Antes del 4 de abril, última fecha para convocar a elecciones internas, solo cuatro partidos políticos habían convocado a su militancia. No obstante, diferentes personajes han tenido exposición mediática y a pesar de que no han sido electos internamente por sus partidos, algunos ya gozan de cierta popularidad en el electorado salvadoreño.

Aprovechando el espacio y haciendo un paréntesis, es penoso que de los posibles aspirantes no destaque en ningún partido una sola mujer que quiera ocupar el puesto de presidente, lo que demuestra que aún estamos muy atrasados en la inclusión de las mujeres en puestos de decisión y su participación política se encuentra limitada. Esto podría solucionarse cuando ya estén definidos los candidatos y podamos exigir gabinetes competentes y paritarios (mitad de los puestos a cargo de mujeres y la otra mitad integrado por hombres).

Entrando en materia, la militancia de cada uno de los partidos políticos tienen una gran cuota de responsabilidad al momento de elegir al candidato que representará a sus respectivos partidos. Debido a que son procedimientos internos cerrados, la población en general no puede incidir en su decisión (a diferencia de países como Francia, donde los ciudadanos en edad de votar pueden participar en las primarias de cada uno de los partidos). A pesar de que la Presidencia de la República no lo es todo, sí es necesario que la militancia de cada uno de los partidos evalúe a la persona más capaz e idónea.

Ciertamente el presidente no puede solucionar todos los problemas que nuestro país está sufriendo (para ello tenemos un sistema de pesos y contrapesos, en el que cada órgano e institución del Estado tiene definidas sus funciones y tienen sus cuotas de responsabilidad) pero la persona que aspira al cargo de presidente debe demostrar liderazgo, pragmatismo político y capacidad de diálogo y negociación. Estas cualidades son sumamente importantes, ya que el futuro presidente deberá tomar decisiones con base en la realidad del país, dejando de lado presión e influencia de las cúpulas partidarias. Además, en una sociedad tan cerrada y poco tolerante, el diálogo deberá ser ejercido como una política de Estado que permita acercar a diferentes sectores para solucionar problemas comunes bajo una ruta de nación.

Por otro lado, los aspirantes y futuros candidatos deben demostrar que sus acciones son coherentes con su discurso, empezando por su compromiso con la transparencia y la lucha contra la corrupción. Esto no puede ser un asunto baladí, tiene que ser demostrado desde un inicio. Lamentablemente, nuestra legislación no contempla revelar los gastos y fuentes de financiamiento durante las competiciones interpartidarias, siendo éstas una de las reformas pendientes de la actual Ley de Partidos Políticos.

Sin embargo, si los precandidatos quieren dar muestras de su compromiso con la transparencia, no debería de ser un problema revelar de forma abierta sus fuentes de financiamiento y no se deberían elaborar excusas para fomentar el oscurantismo. No es simple morbo. En la actualidad, los grandes casos de corrupción en el mundo y Latinoamérica se han dado en el financiamiento de las campañas electorales (Caso Bárcenas en España; Sarkozy en Francia y su posible financiamiento por parte del exdictador libio Muammar Gadafi; el Pentagate en Chile; Caso Odebrecht en Brasil y su repercusión en otros países de la región, entre otros). No es exageración decir que en el uso desmedido e ilícito del dinero, se encuentra una de las causas de la degeneración de la política contemporánea.

El período antes del 3 de febrero, los ciudadanos tenemos que ser conscientes de nuestro rol. No solo basta con ejercer nuestro voto, también debemos informarnos sobre los perfiles de cada uno de los candidatos y conocer sus propuestas. Si damos espacio a la desinformación, no solo podemos cometer un garrafal error, también ponemos en riesgo el futuro de nuestro país.

Colaborador de
El Diario de Hoy