En Antiguo Cuscatlán huele a aburguesamiento

Si algo lo amerita, esperaría que las autoridades correspondientes investiguen, que los ciudadanos pidan cuentas claras y que los medios serios escarben en los temas que consideren convenientes, por el bien de la democracia.

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elsalvador.com

Por Jaime García Oriani*

2017-06-24 6:29:32

Aburguesamiento: la adquisición de los hábitos de los burgueses o de las características de las cosas relacionadas con ellos. La expresión hace referencia a aquella clase social formada por personas acomodadas que logran tener propiedades, capital y comodidades económicas. También es un término adoptado por los marxistas, pero este no es el uso que le daremos, porque ni de lejos soy simpatizante de dicha ideología.

Para ayudar a precisar la definición y el sentido en el que utilizaremos dicho sustantivo, veamos un sencillo ejemplo. Hace algún tiempo, una persona me reclamó por no cumplir con todas mis obligaciones en la asociación de estudiantes de mi universidad: “Te estás aburguesando. No se trata solo de ir a reuniones, de firmar papeles, de inaugurar algún evento. La gente espera mucho más de ustedes. Piensa qué puedes hacer para mejorar la vida universitaria. No te acomodes ni te malacostumbres al cargo”.

Yo no quería ser considerado una de esas personas. Éstas sobran y las hay tantas en nuestra clase política. El tiempo y la falta de exigencia ciudadana, lo facilitan.

Si tengo que conectar la palabra “aburguesamiento” con algo, lo hago con la administración de Zoila Milagro Navas, alcaldesa de Antiguo Cuscatlán.

La señora lleva casi tres décadas en el cargo, en un municipio con alto PIB y PIB per cápita ($678.38 millones y $20,131, respectivamente), con importantes empresas, comercios e industria. Ha habido continuidad, poca oposición y facilidad para las inversiones —hay que reconocerlo— pero los resultados, al menos los que vemos ahora, no son la gran cosa.

Por el contrario, Antiguo Cuscatlán presenta síntomas de una administración aburguesada y, en cierta medida, decadente.

No se trata de reproducir publicaciones de dudosa procedencia o rumores sobre prácticas poco transparentes en la alcaldía como autorizaciones irregulares para vallas publicitarias, cobros extraños, concusión, pagos excesivos en la factura de la electricidad o por el cuidado del césped, altos gastos en fiestas, mal uso de los vehículos municipales, supuestos gastos de representación por $10 mil, cinco guardaespaldas pagados con dinero público??? por mencionar algunas de las tantas cosas que circulan en internet.

Si algo lo amerita, esperaría que las autoridades correspondientes investiguen, que los ciudadanos pidan cuentas claras y que los medios serios escarben en los temas que consideren convenientes, por el bien de la democracia.

Mi intención es mostrar algunas de las señales que nos dicen que algo no va bien en Antiguo Cuscatlán:

— Calles: nos encontramos en la época lluviosa, pero su estado es deplorable desde antes. El último bacheo fue una chapuza y de nuevo hay agujeros en numerosas vías, incluso principales.

— Señalización: menos mal que existe Waze y nos dice los nombres de las calles y avenidas; la señalética es mínima o inexistente. Si bien el VMT tiene que ver en gran parte, la alcaldía debería velar por una buena señalización vial ante la falta de respuesta del gobierno central. El colmo de lo chambón se ve en el redondel Orden de Malta, donde hay un “ceda el paso” montado sobre una piedra.

— Jardinería: si la alcaldesa tiene tanto sentido estético, entonces esperaría que se reflejara en los jardines y plazas. Basta darse una vuelta por el bulevar Santa Elena y observar los árboles secos, césped descuidado y la falta de armonía en las plantas sembradas.

— Contaminación visual: mupis, mupis y más mupis. No solo es poco agradable a la vista, sino que dificulta realizar algunos cruces.

— Desagües: la fragilidad del sistema quedó patente luego de algunas lluvias. Una tarde, frente al FISDL, por ejemplo, el agua llegó a la altura de la acera.

— Desorden vial: la gente parquea donde se le da la gana, en doble fila, sobre las aceras, etc. Darse una vuelta por la avenida El Espino, en los alrededores del edificio de una famosa aerolínea y de una empresa de cemento, lo ilustra muy bien.

–Aceras destruidas, pésima iluminación y negocios que propician el desorden urbanístico.

Muchas personas comparten los disgustos y dicen que lamentan “no tener otra opción”. A veces el llamado voto de castigo es la única vía, al menos para romper con el status quo. Treinta años de trabajo ameritan la jubilación.

*Periodista.
jaime.oriani@eldiariodehoy.com