Una mujer y un tanque

Esa mujer representa a tantos ciudadanos. Los sueños de quienes esperan ver, en su misma generación, el restablecimiento de una república. La tanqueta representa el miedo -- pavor espantoso -- que le tiene el régimen de Maduro a los ciudadanos libres.

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Por Cristina López*

2017-04-23 7:14:27

Independientemente de lo que haga falta o de lo que tenga que pasar para que en Venezuela regrese el estado de derecho y los principios que definen a una república, el 19 de abril pasará a ser recordado en los libros de historia. Por el tesón de los venezolanos. No de los que han cooptado las instituciones democráticas para servirse con cuchara grande, ni de los que continúan tapando el sol con un dedo y tratando de disfrazar de legitimidad a un gobierno que hace mucho dejó de ser representativo del electorado.
De los miles que el 19 de abril salieron a las calles en las principales ciudades de su país. De los que marchan, no para rendir pleitesía a un régimen que compra las lealtades explotando el hambre de su gente, sino para exigir cuatro cosas que parecen simples, pero de las que depende, no solo la democracia en Venezuela, sino la supervivencia de muchos venezolanos: que se inhabilite a los jueces pro-régimen que conforman la Corte Suprema de Justicia, la celebración de elecciones libres, ayuda humanitaria para comida y medicamentos, y por supuesto, la liberación de los presos políticos, como Leopoldo López.

A pesar de que lo que está pasando en Venezuela debería ser portada de los periódicos alrededor del mundo — pocas veces, desde la primavera árabe se ha visto una manifestación libre de semejantes proporciones — en Estados Unidos el tema se ha discutido poquísimo. Si se ha mencionado es a través de los reportes de periodistas latinoamericanos que han sabido incorporar la noticia a la saturadísima agenda de los medios políticos, o se ha reportado en conexión con la retirada de General Motors. El ángulo corporativo y la manera en la que la salida de General Motors afecta intereses estadounidenses ha logrado mención en las noticias, más no las violaciones a los derechos humanos de tantos venezolanos, a quienes les serviría que los países democráticos y sus medios pusieran presión en las instituciones existentes para que condenen al régimen de Maduro.

Tampoco se ha mencionado lo suficiente la paradoja impresionante que se deriva de que un régimen cuya población no tiene acceso a los servicios más básicos, haya donado medio millón de dólares para el evento de inauguración del presidente Trump, que no ha hecho mención alguna de la crisis venezolana. ¿Sabrá dónde queda Caracas, siquiera?

Para otras audiencias, la crisis venezolana se verá inmortalizada con la foto que merecidamente le ha dado la vuelta al mundo. Presenta a una mujer vestida con los colores de la bandera venezolana. Está sola, parada en medio de una calle desierta. Frente a ella, ilustrando la ridícula desproporción en el uso de la fuerza estatal venezolano, se encuentra una tanqueta, apropiada para las circunstancias de más alta belicosidad, más no para enfrentar la “amenaza” que representa esa sola voz, clamando por libertad para todos los venezolanos. Esa mujer representa a tantos ciudadanos. Los sueños de quienes esperan ver, en su misma generación, el restablecimiento de una república. La tanqueta representa el miedo — pavor espantoso — que le tiene el régimen de Maduro a los ciudadanos libres. Y más vale que tenga miedo: porque como esa mujer, hay millones.

*Lic. en Derecho de ESEN
con maestría en Políticas
Públicas de Georgetown University. Columnista de El Diario de Hoy.
@crislopezg