Sexualidad y paroxismo

La ligereza y la desinformación están produciendo instrumentos legales que parcializan a la administración pública y restringen las libertades individuales.

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Foto Lucinda Quintanilla.

Por Federico Hernández Aguilar*

2017-02-07 7:22:00

Una de las más recientes ocurrencias normativas en España pretende que en algunas comunidades se apruebe “el reconocimiento del derecho a la identidad y expresión de género”, empujando un peligroso discurso que viene a echar por tierra la neutralidad ideológica de la administración pública, amén de constituirse en un grave atentado contra las libertades individuales.

Así lo ha denunciado hace poco el jurista Benigno Blanco Rodríguez, quien comparte en un artículo las razones por las cuales este tipo de legislaciones preocupan a los defensores del Estado de Derecho y hacen salivar a los amantes de las intromisiones estatales en las vidas de las personas.

“Hasta ahora”, reflexiona el Dr. Blanco, “las opiniones sobre la sexualidad pertenecían al ámbito de la libertad de pensamiento e ideológica de los ciudadanos. De aprobarse esta norma, en la Comunidad Valenciana habrá una visión de la sexualidad asumida por el poder público y, en consecuencia, los ciudadanos que no comparten esa visión o ideología verán restringida su libertad de pensamiento y expresión en la materia”.
  
“Este proyecto de ley es un peligro para las libertades dado su carácter intervencionista hasta el agobio, pues pretende aplicarse “a cualquier persona física o jurídica, pública o privada, cualquiera que sea su edad, domicilio o residencia, que se encuentre o actúe en el ámbito territorial de la Comunidad Valenciana”.

Como advierte Benigno Blanco, hay por lo menos cuatro “supuestos ideológicos” que esta clase de normativas busca imponer: las muy discutibles teorías de identidad sexual o de género, la adquisición y distinción de derechos en virtud de la “autopercepción subjetiva” de la sexualidad, el tipo de intervención pública hacia los niños que manifiestan dudas sobre su identidad y la suposición de que el rechazo a los supuestos anteriores implica “discriminación”.

En efecto, luchar contra la discriminación no es excusa para imponer conceptos ideológicos a nadie. “Sea cual sea nuestra conducta sexual o la percepción sobre nuestra sexualidad”, señala el artículo, “somos acreedores de todo el respeto que merecemos como personas, pero sobre nuestra conducta, percepciones, ideas y estilo de vida se puede opinar. Como respetar a un socialista no implica tener que aceptar el socialismo o como respetar la dignidad humana de un cristiano o de un musulmán no significa que todos deban afirmar la verdad del cristianismo o de la religión islámica. La conducta y percepción personal sobre la sexualidad, como la adscripción ideológica o religiosa, deben ser respetadas, pero ese respeto no exige la adhesión de terceros a las opciones en libertad de aquel al que se respeta. Algo tan elemental es lo que rechaza este proyecto de ley”.

“La sexualidad personal (los propios deseos, conductas, afectos o pulsiones) son un ámbito de la libertad personal que no vincula a los demás en una sociedad libre. Cada uno puede hacer o sentir lo que quiera en materia sexual (con los límites del Código Penal), pero los demás tienen la misma libertad para considerar eso que uno hace o desea como bueno o malo, admirable o no, digno de ser visto o no. Imponer la visibilización obligatoria de la concepción de la sexualidad propia de la ideología de género, como hace el proyecto de ley en numerosos preceptos, no es respetuoso con la libertad de todos”.

Además, son ya numerosos los estudios multidisciplinarios que lanzan interrogantes sobre las suposiciones gratuitas del llamado “enfoque de género”. En ninguno de estos trabajos, firmados por científicos de renombre, es posible hallar conclusiones que evidencien los beneficios objetivos de normativas como las impulsadas en España y otras naciones europeas. Por el contrario, las investigaciones más serias siguen negándose a aceptar, por ejemplo, que se deba animar a los niños a adoptar la identidad “transgénero” solo porque presentan dudas sobre su sexualidad.

La ligereza y la desinformación están produciendo instrumentos legales que parcializan a la administración pública y restringen las libertades individuales. En El Salvador deberíamos poner a remojar las barbas.
 

*Escritor y columnista 
de El Diario de Hoy.