Las gremiales empresariales

El diálogo, la custodia de los principios y la censura a la mala política son las tareas innegociables de todo líder gremial.

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elsalvador.com

Por Luis Mario Rodríguez R.*

2016-02-24 9:07:00

La primera década y media del siglo XXI se ha caracterizado por las restricciones a la libertad de expresión en varios países de América Latina. Así lo confirman distintos casos suramericanos y la mayoría de países en América Central. El asesinato de periodistas en Guatemala y Honduras, las limitaciones y amenazas en Nicaragua y las legislaciones “mordazas” en Venezuela, Ecuador y Bolivia, son algunos de los ejemplos más emblemáticos.

Esas cortapisas persiguen enterrar el debate de las ideas. Quienes temen la aplicación de la justicia pretenden reprimir, a través de la ley o de manera violenta, a los que lideran las instituciones públicas responsables de hacer cumplir el Estado de Derecho. También se encuentran a la orden del día las intimidaciones a los ciudadanos y a las organizaciones de la sociedad civil que defienden los derechos fundamentales e impulsan regímenes democráticos.
 
Cuanto más se intenta atar a los que se esfuerzan para que la institucionalidad funcione adecuadamente más urgente se vuelve la existencia de entidades civiles y empresariales independientes. Si sucede lo contrario, pasa como en el régimen de Ortega, donde la asociación de empresarios de mayor relevancia y sus líderes se acomodaron al autoritarismo del mandatario y ya no les importa si los jueces o los diputados se conducen autónomamente o de acuerdo a las instrucciones del presidente nicaragüense. Una situación muy diferente sucede en Venezuela.
La gremial cúpula, FEDECÁMARAS, ha enfrentado durante varios quinquenios al régimen chavista sin importarle a sus dirigentes la persecución que el gobierno emprendió contra ellos. 

El contraste de estas dos entidades privadas se debe a dos estilos dispares entre sus titulares. Ni solo puede ofrecerse diálogo sin reclamar las violaciones a los principios de libre empresa ni tampoco conviene únicamente aplicar “la estrategia de choque” en la que se promueve la polarización y se desecha el debate de las ideas. El sector privado requiere de liderazgos que exijan funcionarios y autoridades confiables porque de lo contrario no es posible resistir el decrecimiento económico, la falta de empleo y la inseguridad pública.

Entre los representantes de los empresarios nicaragüenses y sus pares venezolanos existe una clara oposición: mientras los primeros decidieron ceder al secuestro de las instituciones con tal que sus empresas y negocios florecieran evitando ser incomodados por el poder político, los segundos resolvieron iniciar una “cruzada democrática” para recuperar la paz social, la estabilidad política, el progreso económico y la tranquilidad ciudadana con el riesgo de ser acosados permanentemente por el régimen de turno.

El nuevo presidente de FEDECÁMARAS fue juramentado en julio de 2015. Se trata de Francisco Martínez, un empresario del Estado de Zulia, en el interior de Venezuela. En su discurso de toma de posesión, Martínez abrió las puertas al entendimiento con el sector público, pero también advirtió que no claudicaría en la protección de los cimientos que sostienen al libre mercado: “Estoy aquí como empresario venezolano. Integro, por tanto, un gremio que tiene, entre muchas habilidades, la capacidad de dialogar, negociar, acordar, sumar, convertir las diferencias en oportunidades para reconocer y comprender al otro. (…) Por ello mismo estoy habituado al diálogo, a la interlocución, al intercambio constructivo de ideas”.

Luego se refirió a los valores con los que se identifica: “creo en la libre iniciativa empresarial, en los derechos de propiedad, en la productividad, en el esfuerzo creativo, en el trabajo duro que rinde frutos, en la formación y desarrollo del capital humano venezolano, en la responsabilidad social empresarial, en la ética a la hora de hacer negocios”.

Finalmente censuró la represión oficial: “es hora de que la madurez y la sensatez sean las guías para la toma de decisiones en asuntos públicos de alto nivel. Mientras más tensión y rivalidad siga promoviendo el gobierno nacional, más obstáculos encontrará el objetivo de fomentar un consenso básico sobre la estrategia de desarrollo del país. Invitamos al presidente a que ofrezca señales concretas, palpables, en esta dirección, más allá de la retórica, más allá de los discursos”.

El diálogo, la custodia de los principios y la censura a la mala política son las tareas innegociables de todo líder gremial.

*Columnista de El Diario de Hoy