La mirada horizontal

A los seres humanos, sin importar si son príncipes, millonarios, jornaleros agrícolas o barrenderos de calles, siempre hay que mirarlos de manera horizontal

descripción de la imagen

El expresidente Mauricio Funes fue citado, este año, en la Fiscalía por la investigación que se lleva sobre la tregua de pandillas.

/ Foto Por Archivo

Por Marvin Galeas*

2016-02-26 9:57:00

Dos personas que nunca se conocieron entre ellos, pero que significaron mucho en mi vida me dieron el mismo consejo: a los seres humanos, sin importar si son príncipes, millonarios, jornaleros agrícolas o barrenderos de calles, siempre hay que mirarlos de manera horizontal. Ni a unos para arriba, ni a otro para abajo. 

La primera que me dio ese consejo, cuando yo estaba entrando en mi adolescencia fue Doña Herminia Perla y Perla de Perla, mi abuela. Ella no era millonaria, ni profesional. Sin embargo tanto ella como mi abuelo fueron comerciantes exitosos. Gracias a sus negocios lograron educar a sus hijos en buenos colegios y algunos de ellos en universidades extranjeras.

 Mi abuela además era hija de un abogado in fieri, lo cual no era cosa muy común a principios del siglo pasado. Quizá por esa condición de ser una comerciante exitosa y ser hija de un abogado o estudiante de leyes, cuando éstos se contaban con los dedos de las manos, el color blanco de su piel y sus ojos claros, le dieron siempre un aire de cierta nobleza y don de mando, que se notaba hasta en su forma de caminar.
 
No es que hablara con un léxico exquisito, ni usara vestidos caros. Por el contrario, no era amiga de la ostentación. Su origen era campesino y todo lo que sabía, que era mucho, lo había aprendido por su propia cuenta y las enseñanzas de su padre. Sin embargo había en sus maneras y su trato cierta prestancia que le daban ese aire de nobleza al que me refiero. Fiel a su consejo, nunca miró ni trató a nadie ni de más ni de menos. A todos miraba de manera horizontal, incluso con alguna distancia.

La otra persona que muchos años después me dijo lo mismo, fue el ex presidente Francisco Flores. Me lo señaló después de poner en su lugar a Fidel Castro, algo que nadie había hecho nunca, en aquel inolvidable episodio en la cumbre de Panamá. “¿Cómo logró mantener la serenidad?”, le pregunté. “Pues yo a todo mundo miro así”, me dijo, haciéndome con la mano una señal de horizontalidad.

Y la verdad es que las veces que tuve la oportunidad de verlo interactuando con gente muy poderosa o con personas muy humildes, siempre mantenía la misma actitud. He tratado de seguir el consejo de mi abuela y de mi amigo. Ambos fallecidos, pero muy vivos en mi corazón. Por cosas de la vida también me ha tocado interactuar con personas muy humildes y con presidentes, magnates y una que otra celebridad.

He conocido a gente muy magnánima y bondadosa dentro de la crema y nata de la “oligarquía” y también a varios arrogantes e ignorantes, a los que mi abuela llamaba “burros cargando dinero”. He conocido gente que desempeña importantes cargos que ejercen un liderazgo a la vez efectivo y compasivo. Me impresionan. Y a la vez personajes que ostentan un carguito de quinta categoría y se comportan como emperadores.

He conocido a gente maravillosa entre los más pobres de los pobres y a gente repudiable también. Creo que todos hemos tenido esa experiencia. También he visto cómo personas que me parecieron buenas, se transformaron con un poco de poder en todo lo que decían odiar, hasta el punto de volverse irreconocibles. En el proceso de escribir la novela “El Oligarca Rebelde, Mitos y Verdades sobre los 14: La Oligarquía”, conocí de todo.

Fue una experiencia intensa, adentrarme en un mundo de esplendor, lujos y excentricidades, y al mismo tiempo conocer sus miserias, sus sufrimientos y demonios. Hablé con varios de los descendientes de aquellos fundadores de ese mítico grupo llamado los 14 (el número es un capricho). Al verlos así de manera horizontal, de persona a persona me abrieron sus corazones y me contaron cosas. Algunas quizá para otras novelas.

Aprovecho para los que me han preguntado por el libro, para informarles que aún hay ejemplares disponibles en La Ceiba, en la editorial cuyo teléfono es el 2246-3300 y en formato digital en www.leaebook.com. Gracias a todos los lectores. Son nuevos amigos.
    
*Columnista de El Diario de Hoy.