El anillo de Giges

¿Si fuéramos “invisibles” a la ley como Giges con el anillo, seríamos justos o, por el contrario, nos convertiríamos en seres injustos, corruptos, abusadores y desalmados?

descripción de la imagen

Son 10 jóvenes estudiantes los que gozarán del beneficio de cobertura de pago de mensualidad y otros.

/ Foto Por DAVID REZZIO

Por Max Mojica*

2016-01-24 7:10:00

Glaucón y Sócrates, dos filósofos griegos, entablan un apasionante diálogo sobre qué es la justicia y ser una persona justa. Las preguntas que se hacen en el transcurso de su diálogo son profundas y trascendentes, por lo que para intentar encontrar una respuesta, a Glaucón le parece oportuno contar la historia del Anillo de Giges.

Narra la historia que Giges era un humilde pastor que tras una tormenta y un terremoto encontró, en el fondo de un abismo, un caballo de bronce con un cuerpo sin vida en su interior. Este cuerpo tenía un anillo de oro y el pastor decidió quedarse con él. Lo que no sabía Giges es que era un anillo mágico, que cuando le daba vuelta, le volvía invisible. En cuanto descubrió las propiedades mágicas del anillo, Giges lo usó para seducir a la reina y, con ayuda de ella, matar al rey, para apoderarse de su reino.

Se hace referencia a esta leyenda para sustentar la teoría de que todas las personas por naturaleza son injustas y que únicamente actuarán con rectitud por miedo al castigo de la ley o por obtener algún beneficio por ese buen comportamiento.  La pregunta del millón, por tanto, es ¿si fuéramos “invisibles” a la ley como Giges con el anillo, seríamos justos o por el contrario, nos convertiríamos en seres injustos, corruptos, abusadores y desalmados? 

Este mito ha tenido gran influencia en la filosofía, ya que da a entender que el ser humano hace el bien hasta que llega tener la posibilidad de hacer el mal impunemente, y esto ocurre cuando “se hace invisible” ante la sociedad o ante la ley. En otras palabras, la disposición de las personas de actuar justamente llega hasta cuando pueden comportarse con impunidad. Así las cosas, la teoría sostiene que si a cualquiera se le diera la oportunidad de actuar con impunidad, esa persona se corrompería irremediablemente. 

Por tanto, esta leyenda resulta muy útil para entender los casos de corrupción, prevaricación, incumplimiento de las leyes, violencia, y demás actos delictivos, ya que al parecer, la mayoría de tales actos tienen su origen en la sensación de impunidad de los que los cometen, derivado o potencializado por la convicción de que nadie les ve y si les ven, no importa, ya que al ser “intocables” por la justicia, pueden dañar y lucrarse injustamente sin que se les castigue. 

La sensación de impunidad que en la historia le brinda al usuario el Anillo de Giges, hoy en día toma formas muy diversas. Puede ser el intercambio de favores con los que tienen el Poder Judicial, para que miren hacia otro lado o deriven el asunto a complicados entramados jurídicos que hagan imposible la obtención de pronta y cumplida justicia. Puede ser el anonimato de las redes sociales, que es un buen instrumento para denunciar las injusticias, pero también para dañar impunemente el buen nombre de otros, como lo hacen las hordas de Trolles al servicio de  intereses particulares y de grupos de poder. Y por supuesto, puede ser el de los todopoderosos “hombres fuertes”, bajo forma de Funcionarios Púbicos o Grandes Empresarios, quienes teniendo en sus manos los hilos del poder, se juzgan a sí mismos como seres más allá de toda obligación de rendición de cuentas, como si fueran verdaderos dioses y no ciudadanos sometidos a Ley o que deben entregar el poder y rendir cuentas cada 3 ó 5 años. De ahí la importancia que tiene el concepto “transparencia” en términos de manejo de la cosa pública: Ya nadie se puede mover entre las sombras, nadie está más allá de la ley.

Glaucón creía entonces que es el miedo al castigo el que guarda la viña en la que habita la justicia, la rectitud, la virtud y la bondad. Considero que, en parte al menos, es cierto que el miedo al castigo es lo que mantiene en “línea” a los ciudadanos sometidos a la ley, pero no es cierto que el miedo nos haga hombres y mujeres justos, ello únicamente se consigue educando moralmente a las personas desde el seno de la familia, apoyados por la escuela y con el ejemplo del conjunto de la sociedad. Mientras eso no ocurra, no seremos personas moralmente libres ni podremos convertirnos en colectivos funcionales como sociedad, ni mucho menos llegaremos a tener Funcionarios probos en el país, ya que para ser Funcionario primero se requiere ser salvadoreño, y para ser salvadoreño se requiere haber nacido y crecido en el seno de una de nuestras familias, por lo que si no nos tomamos el trabajo de educar bien a nuestros hijos, continuaremos sufriendo desgracias como sociedad y teniendo gobernantes que usan el Anillo de Giges actuando impunemente para su propio beneficio.
 

Y tu, si tuvieras en tu mano el Anillo, ¿lo usarías?
 

*Abogado, máster en Leyes.