La luz de los resultados. PAES y fútbol

El sistema educativo, empero, no es el ministro ni el Ministerio de Educación. Aquí  cabe mejor que en el área de seguridad la expresión de “educación somos todos”. 

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elsalvador.com

Por Jorge Alejandro Castrillo Hidalgo *

2015-11-26 6:17:00

“Et lux in tenebris lucet” es el lema inserto en el escudo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, alma mater por la que guardo profundo agradecimiento y entrañable cariño filial. “Luce la luz en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogieron” reza la frase completa de San Juan de donde está tomada, obviamente referida a temas de más altos quilates. 

Lo real es que tenemos ya los resultados de la PAES 2015; los comentarios abundarán esta semana, y quizás la otra. Si la vida discurre como suele hacerlo, para diciembre la opinión pública ya tendrá otros platillos más jugosos a los que ávidamente dirigirá su atención. Por el bien del país, esperemos optimistamente que el sistema educativo nacional, que es el llamado a estudiar y actuar al respecto, no tenga tan corta memoria.

Ante los resultados, las reacciones. La mayoría de los comentarios despotricando y buscando responsables, el verdadero deporte nacional del país: despotricar. Casi como cuando la Selección de fútbol, con sólo semanas de entrenamiento, pierde un partido: si los dirigentes, si el entrenador, si los reclamos de los jugadores, si la corrupción del deporte. ¡Los agricultores al poder! Quizás ellos entiendan mejor que otros que para tener buena cosecha se necesita buena tierra, buena semilla, buen sol, buenas lluvias, buenos fertilizantes, personas dedicadas a proteger las plántulas de las malas hierbas y otras pestes, quienes se encarguen de preparar el terreno, de abonar la siembra y levantar la cosecha. Probablemente sea por eso que la paciencia es la virtud que mejor desarrollan quienes se dedican a la agricultura.

El señor ministro de Educación, declaró hace algunas semanas que como que habían emprendido esfuerzos dirigidos a mejorar, acariciaba ilusiones de mejores notas este año. (¿En cuáles y cuántos centros escolares? ¿Qué esfuerzos?)  Ya hace unas semanas adelantó que las esperanzas eran más modestas. Ahora que se conocen los resultados, sus declaraciones me han resultado sensatas, honestas, diría que hasta refrescantes.  Sin pelear con nadie, aceptando los resultados y asumiendo la responsabilidad que le compete como director técnico del plantel de entrenadores y jugadores (para seguir con el símil del fútbol) dijo al respecto algo más o menos parecido a: “no se nos dio, los muchachos hicieron sus mejores esfuerzos pero se nos negó el gol; hemos ganado experiencia: vamos a estudiar qué factores pueden ser los que expliquen las buenas notas de La Unión; vamos a investigar cómo salieron los centros educativos en los que hicimos esfuerzos especiales; tendremos que revisar lo que hicieron bien los entrenadores y jugadores que ganaron el partido y revisaremos también lo que no han hecho bien los que lo perdieron. Es difícil ganar cuando se entrena en canchas en mal estado… o cuando no hay canchas disponibles para entrenar”.  Ni se fue por la tangente asumiendo que el instrumento es el culpable de los resultados ni buscó culpables en quienes lavarse: “el reto es descubrir si estamos o no haciendo diferencia con nuestros esfuerzos”. “Et lux in tenebris lucet”. Así se empieza: reconociendo la realidad, interpretando los resultados, buscando caminos. 

El sistema educativo, empero, no es el ministro ni el Ministerio de Educación. Aquí  cabe mejor que en el área de seguridad la expresión de “educación somos todos”. Escuché a alguien comparar a la ligera, demasiado a la ligera trabajando él donde trabaja, los sectores público y privado. No se engañen quienes despotrican creyendo que todos los privados son como quisiéramos, ¡los hay patéticos! Sépase que hay algunos centros de enseñanza públicos que parecen privados y privados que parecen públicos, en casi cualquier variable con las que los quieran comparar.  Reza lo mismo con los docentes. Con el mayor de los respetos, ni todos los normalistas eran tan buenos como dicen que eran (no me exijan  ejemplos, por favor)  ni todos los salidos de universidades tan malos como afirmaba este crítico de ocasión. La riqueza de la evaluación consiste en ofrecer datos objetivos que informen criterios para tomar decisiones… que se traduzcan en acción.
 
Sin poder ni querer defenderlo a ultranza, no creo que el instrumento sea el culpable de los pobres resultados. Se me ocurre que, además de las investigaciones que ha ofrecido el ministro del ramo, una acción que podría acercar a los sectores público y privado sería trabajar coordinadamente en la elaboración de la prueba PAES.  Construir un buen banco de ítems para conformar la prueba sería una buena manera de difundir la cultura de la evaluación que tanto se necesita para iluminar,  no sólo el sistema educativo, sino el país. Si todos trabajan en la lámpara, “nadie querrá ponerla en el sótano o cubrirla con una manta, sino ponerla en el candelero para todos los que entren vean su luz”. Entonces sí: et lux in tenebris lucet.
 

*Colaborador de El Diario de Hoy.