El poder de la simulación mental

Si no hay destino ni propósito, no hay ruta para llevarnos de donde estamos hacia donde queremos ir

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Viviendas en la colonia San Carlos en La Unión fueron anegadas por las marejadas.

/ Foto Por Carlos Segovia

Por Marvin Galeas *

2015-09-30 8:09:00

Estando en la ciudad de Tampa Florida, programé el GPS de mi celular  la ruta de casi 450 kilómetros que tendría que recorrer para llegar sin problemas al  aeropuerto internacional de Miami, en cuyo sótano estaba la agencia donde tenía que devolver el automóvil y luego tomar un avión de regreso al país.
 

 Después de despachar, casi de un solo trago,  un espantoso café  sin azúcar y pagar la cuenta del hotelito, tomé la ruta  que, según mí GPS, me llevaría  directo a Miami. Mi preocupación no era tanto cómo llegar a la ciudad, sino más bien cómo no perderme en la intrincada red de carreteras, avenidas y arterias que rodean el aeropuerto.

Doblar por una esquina equivocada lo puede llevar  a uno a lugares desconocidos, esperar que el GPS rehaga la ruta, perder tiempo y hasta el avión.  Manejar por esas autopistas  de la Florida, mientras se escucha música rock al tiempo que se ven  cómo  las luces del alba borran la noche, es algo realmente impresionante.  Siempre es una maravilla ver el amanecer desde cualquier lugar.

Cuando me iba acercando a Miami y al nudo vial  del aeropuerto,  el GPS que había permanecido casi en silencio durante todo el trayecto comenzó de pronto a dar indicaciones a cada momento: “en 800 metros manténganse a la derecha.  En 200 metros doble a la izquierda.  Gire en 400 metros a la derecha.  Retén policial a 600 metros.”

Si uno va muy atento y sigue al pie de la letra las instrucciones  no hay  problema. Llegué a la hora programada, minutos más, minutos menos, justo frente a la oficina de la agencia de alquiler de autos.   Antes de salir de Tampa yo había escrito en el lugar donde dice  destino exactamente el  nombre de la agencia, hay varias en ese lugar, y  la frase “aeropuerto internacional de Miami”.

El GPS, me programó la mejor ruta, la más segura y la de menos tráfico.  Una verdadera maravilla de la ciencia moderna.  Sentado poco después en una sala de espera mientras esperaba el abordaje me puse a pensar en algo que  casi siempre, por la costumbre, se nos escapa. Aquel aparato, tanto el pequeño celular como el GPS fueron  diseñados  por la mente humana. También el satélite que controla el movimiento del auto desde el cielo fue concebido por la mente del humano  y humanas fueron las manos que lo construyeron.

Lo asombroso y milagroso no es pues el aparato o el sistema GPS es la mente de los seres humanos capaz de concebir y hacer realidad tantas cosas que nos facilitan la vida.  Todo lo que hice para que el GPS funcionara fue proporcionarle un destino y luego seguir las instrucciones para llegar desde el punto A, en Tampa, hasta el punto B, el aeropuerto de Miami.

La ciencia ha demostrado que exactamente así funcionan en nuestra mente  las metas que nos ponemos. Ir de donde estamos en la vida, hasta donde queremos estar es completamente  posible. La mente está diseñada para lograrlo. Por supuesto que en el camino pude haber tenido un accidente o haberme caído un meteorito pero lo normal es llegar al destino.

Así es la vida. Si tenemos muy claro adonde queremos ir (tener un propósito definido), el cerebro es capaz de proporcionarnos la mejor ruta y llenar los espacios que parecen en blanco. Pero nosotros tenemos que ponernos en marcha y no detenernos en distracciones o desviarnos por no seguir el plan determinado.  Si nos salimos del camino, siempre se puede volver a él, como hace el GPS, pero hay que perseverar hacia el destino que,  con claridad y precisión, nos hemos propuesto.  

A esta capacidad del cerebro es lo que los científicos llaman la Simulación Mental y, los planificadores de negocios, la “Simulación Contrafactual”.  Lo más importante, como en el caso del GPS, es tener muy claro adonde queremos llegar. Si no ni el GPS ni nuestra mente funciona. Si no hay destino ni propósito no hay ruta,  para llevarnos de donde estamos hacia donde queremos ir. Parece sencillo y lo es. Lo asombroso es que muy pocas personas lo aplican a sus vidas.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com