El Papa Francisco fascinó a la nación estadounidense

El Papa Francisco aparece con los brazos y el corazón abiertos hacia los que no son católicos ni están de acuerdo con muchos de sus puntos doctrinales más importantes. Ahora se ven mirados, por el Papa y por la Iglesia, con respeto y amor

descripción de la imagen

Nicolás Muñoz de ??guila ante la portería de Dragón.

/ Foto Por Mauricio Cáceres

Por Luis Fernández Cuervo*

2015-10-03 8:40:00

Una de las informaciones de la agencia de noticias Zenit lo describe muy bien: “El impacto que produjo el Papa en Estados Unidos es muy significativo. No es que haya despertado una ola de conversiones masivas. No, no es el caso. Pero su blanca vestimenta y su rostro transparente inundaron tozudamente las pantallas de centenares de millones de televisores en este país las 24 horas del día, en casas de familia, en restaurantes y hoteles, en estaciones de servicio y salones de peinado, en aviones y aeropuertos. El efecto Francisco penetró la médula de un país en el que solo un cuarto de su población es católica”.

¿Por qué ese impacto masivo? Francisco ya había dicho la línea de sus discursos, su palabra y su actitud: “Yo vengo a construir puentes y derribar muros”. No vino a denunciar directamente males y pecados sino a mostrar toda la fuerza de amor y de misericordia del mensaje cristiano. Contra la cultura del “descarte”, de la exclusión, Francisco animó a la cultura de la inclusión donde cabemos todos. Y eso en él no solo fueron palabras sino hechos tan significativos como la atención a los inmigrantes, los sin techo, los encarcelados, los jóvenes en correccionales, las víctimas de abusos sexuales, su visita a la zona cero, su encuentro con representantes de otras religiones. Y todo ello con el atractivo de su actitud humilde, serena, sonriente, su permanente disponibilidad para todos los que se acercaban a él solo para saludarlo.

Pero no dejó de insinuar amablemente males importantes, mientras proponía lo que era positivo e importante. Algunos ejemplos: 

a) Ante Obama, abogó por la construcción de “una sociedad verdaderamente tolerante e incluyente, en la que se salvaguarden los derechos de las personas y las comunidades, y se rechace toda forma de discriminación injusta (…) y que se respeten sus más profundas inquietudes y su derecho a la libertad religiosa”. Y Obama dijo: “usted sacude nuestras conciencias”. 

b) Ante el Congreso, planteando el problema de los inmigrantes y el rechazo que pueden recibir, les recordó la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» y la respuesta fue el más largo y pleno aplauso de los muchos que recibió allí.

c) En la Asamblea General de la ONU señaló que su reforma debe tener como objetivo último “conceder a todos los países, sin excepción, una participación y una incidencia real y equitativa en las decisiones. Tal necesidad de una mayor equidad, vale especialmente para los cuerpos con efectiva capacidad ejecutiva, como es el caso del Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos o mecanismos especialmente creados para afrontar las crisis económicas. Esto ayudará a limitar todo tipo de abuso o usura sobre todo con los países en vías de desarrollo”. Lo cual conlleva una velada crítica a la situación actual en la ONU. Y al abogar por una purificación del ambiente y al afrontar los cambios negativos del clima, señaló explícitamente que “la defensa del ambiente y la lucha contra la exclusión exigen el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer y el absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones”.

Todos sus discursos han tenido ese tono de proponer lo que hay que mejorar e indirectamente rechazar lo que está mal, en Estados Unidos y en el mundo. Y así ha logrado que, a través de los medios informativos norteamericanos e internacionales, ahora gran parte de la opinión pública mundial, tenga una imagen de la Iglesia muy distinta a sus viejos prejuicios, una imagen muy positiva pues el Papa Francisco aparece con los brazos y el corazón abiertos hacia los que no son católicos ni están de acuerdo con muchos de sus puntos doctrinales más importantes. Ahora se ven mirados, por el Papa y por la Iglesia, con respeto y amor.

*Dr. en Medicina.
Columnista de El Diario de Hoy.
luchofcuervo@gmail.com