Déjà vu?

La crisis fue tan fuerte que fue uno de los factores detonantes de la guerra en El Salvador.  También fue muy fuerte en otros países latinoamericanos

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Un bombero lucha por controlar el fuego en el centro comercial Las Cascadas. Las investigaciones determinaron que se trató de cortocircuito

/ Foto Por Archivo

Por Manuel Hinds*

2015-10-08 8:37:00

El Fondo Monetario Internacional emitió hace un par de semanas un reporte sobre la economía mundial que plantea preocupaciones muy serias.  Una de ellas es el problema del endeudamiento en divisas fuertes (dólares, euros, libras, yenes) de las empresas en los así llamados países emergentes, que ahora más bien parecen países sub-mergentes.  Dicha deuda más que se cuadruplicó de 2004 a 2014, impulsada por varios factores: las enormes cantidades de dinero creadas por los bancos centrales de los países desarrollados; las bajísimas tasas de interés que dichos bancos centrales mantuvieron para apoyar la expansión monetaria; el boom de los productos primarios, también causado por las enormes cantidades de dinero, que hizo parecer como si estos países habían descubierto el secreto del crecimiento; y la tontería de creerse que esto era la realidad.  Esto, por cierto, no pasó en El Salvador porque nosotros casi no tenemos productos primarios pero sí sucedió en casi toda la América Latina.  

Creyendo que los booms locales causados por los altos precios de los productos primarios iban a durar para siempre, muchas empresas en esos países decidieron invertir en grande, aprovechando que los intereses en Estados Unidos estaban muy bajos y que sus monedas locales se estaban apreciando.  Para ellos era baratísimo endeudarse en dólares.  Y lo hicieron en grande.  El IMF estima que la deuda total de las empresas no financieras en los países emergentes era de 4 millones de millones de dólares en 2004.  Para 2014 la cifra había aumentado a 18 millones de millones de dólares.  Como porcentaje del PIB subió de 45 en 2004 a 70 en 2014.  La relación de pasivos totales a capital subió de 120 a 180 por ciento.
 
Pero los booms locales no sobrevivieron al boom internacional de productos primarios, y las empresas que se endeudaron tanto pensando que iban a tener dinero de sobra para pagar sus deudas de pronto se encuentran con que los mercados no solo no están creciendo como creían sino que en algunos casos, como Brasil, están declinando.  Al mismo tiempo, el capital está saliendo rápido de los países emergentes.  Se calcula que este año saldrán 540 mil millones de dólares de estos países.  Es la primera vez que esto pasa desde la crisis de la deuda de América Latina en 1988. Todo esto indica que América Latina pasará por una crisis bastante seria en los próximos años.  Muchas empresas quebrarán, muchos bancos tendrán dificultades, habrá devaluaciones muy fuertes y tasas muy altas de inflación.  

Lo triste del caso es que esta es una repetición de la historia de los años setenta y ochenta.  En esa época, en los años setenta, también hubo un boom de productos primarios que hizo que los países que los exportaban (que en esa época incluían a El Salvador, que dependía del café) tuvieran un boom interno, y, en esa época, también, todo el mundo creyó que Latinoamérica estaba creciendo mucho porque ya había dado el paso al desarrollo.  Creyendo que la región iba a seguir creciendo así los bancos internacionales prestaron enormes cantidades a empresas y gobiernos en América Latina, créditos que los países no pudieron pagar cuando cayeron los precios de los productos primarios.
 
La crisis fue tan fuerte que fue uno de los factores detonantes de la guerra en El Salvador.  También fue muy fuerte en otros países latinoamericanos.  México, Argentina, Chile, Colombia, y varios otros países tuvieron crisis graves y la región entera, agobiada por las deudas, por los bajos precios de los productos primarios y por las fugas de capital, casi no creció en diez años.  La década de los ochentas es conocida como “la década perdida” para la América Latina.  

Ojalá que esto no se repita, al menos no enteramente.  Pero es hora ya de que América Latina reflexione sobre estos temas.  Por ejemplo, Noruega, gran exportador de petróleo, no se gastó las grandes utilidades que tuvo en el boom.  Formó un fondo para invertir en todo el mundo y se gasta los intereses.  La caída del petróleo no le ha afectado mayor cosa.  Pero los latinoamericanos, una vez que reciben dinero, se lo gastan y toman prestado todavía más, hasta que la crisis les revienta.  ¿Cuándo vamos a aprender?.

*Máster en Economía,
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy.