La NSA y la Volkswagen

¿Acaso no sabíamos que todos los servicios de inteligencia, no solo la NSA de Estados Unidos, pueden intervenir nuestras comunicaciones privadas? No sabíamos exactamente cómo, pero sí sabíamos que lo pueden hacer

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elsalvador.com

Por Paolo Lüers*

2015-10-15 8:08:00

Vivimos en el tiempo de la tecnología digital. En los últimos años, dos escándalos de dimensiones globales nos han demostrado el grado preocupante de vulnerabilidad e impotencia ante los abusos y las manipulaciones de la tecnología digital: primero el escándalo de la NSA, cuando Edward Snowden reveló que prácticamente todos los ciudadanos del mundo somos sujetos del espionaje, almacenamiento y procesamiento de todos nuestros datos comunicacionales, de trabajo y privados: teléfonos, email, Internet, redes sociales, chats, cargos a tarjeta, movimientos bancarios, compras. Incluso pueden tener acceso a los datos comunicacionales que documentan nuestros movimientos, no solo de viajes, sino de nuestra estadía en cualquier lugar, en cualquier momento…

Y segundo escándalo de abuso de la tecnología digital: el caso Volkswagen, cuando una institución en Estados Unidos reveló que este fabricante de carros, símbolo de la calidad “made in Germany”, durante años había dotado a sus vehículos de un software especial para burlarse de los exámenes de emisiones de contaminantes, afectando a no menos 11 millones de vehículos de las marcas VW, Audi, Skoda y Seat con motores diesel, vendidos en todo el mundo. 

En ambos casos todos se mostraron preocupados e indignados, aunque en ambos casos sabíamos que algo de esto estaba pasando, pero tampoco lo queríamos saber con tanta certeza. Nadie realmente tuvo duda que la NSA y otras agencias comparables tienen acceso a nuestras datos, pero nunca nos imaginamos las dimensiones de esta violación a la privacidad de la comunicación, protegida en las constituciones de todos los estados del mundo. Y tampoco nadie realmente confió en los datos oficiales de los fabricantes y de los tests estatales sobre consumo y emisiones de nuestros vehículos. Pero nunca nos imaginábamos que los productores de carros habían desarrollado un sistema tan sofisticado de manipulación.

Ahora dicen que las revelaciones sobre estas manipulaciones de la Volkswagen son un golpe fatal a la confianza que en el mundo se ha ganado esta empresa emblemática por la calidad de la industria alemana, y de la tecnología que ha revolucionado la manera de construir vehículos. ¿Es realmente cierto esto? Yo lo dudo. Lo del software manipulativo de VW es más bien un ejemplo del poder de la tecnología. Si la tecnología fuera capaz de burlar los sistemas de control estatal por años, también será capaz de volver cada vez más seguros y eficientes los carros…

¿Pero el engaño? Desde que vivimos con esta revolución digital, en el fondo sabemos que estamos perdiendo control, que estamos sujetos a manipulación. Al aceptar y aprovecharse de la digitalización de nuestra vida cotidiana, de alguna manera aceptamos el hecho de perder el control sobre los posibles abusos. El hecho que se pueden escuchar mis llamadas telefónicas no me motiva a reducir el uso del celular. 

¿Acaso no sabíamos que todos los servicios de inteligencia, no solo la NSA de Estados Unidos, pueden intervenir nuestras comunicaciones privadas? No sabíamos exactamente cómo, pero sí sabíamos que lo pueden hacer. Y que estos servicios de control gubernamental, al poderlo, lo hacen. Así de simple.

El escándalo Volkswagen llega a dimensiones que ponen en peligro la perla de la industria automotriz alemana; pone en peligro la tecnología diésel; pone en peligro la marca “Made in Germany”, muy a pesar de que en el fondo nadie tiene dudas que la gran mayoría de los fabricantes de vehículos modernos mantienen sistemas comparables de engaño para burlar las regulaciones estatales.

Pero pregunto: ¿El escándalo NSA ha puesto en peligro la confianza del mundo en la vocación democrática de Estados Unidos y su gobierno? ¿El hecho que muchos gobiernos, incluyendo las grandes democracias del mundo, están usando estas mismas tecnologías para interceptar nuestras comunicaciones privadas está poniendo en peligro la confianza en el mundo Occidental y sus libertades?

Si comparamos los escándalos de la NSA y de Volkswagen, el primero es muchísimo más grave, porque compromete al Estado, que debería proteger nuestros derechos en vez de violarlos. También tiene mucho más alcance: afecta a miles de millones de ciudadanos. Y sobre todo: a Volkswagen y las otras marcas de vehículos las van a sancionar y obligar a reparar el daño, pero nadie va a sancionar a los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China, y lejos de reparar el daño, su espionaje de datos seguirá igual.

A cualquier abuso sistemático de la tecnología digital hay que denunciarlo y combatirlo. Pero no nos hagamos ilusiones: La revolución digital nos da muchas ventajas, y nos abre acceso a nuevos conocimientos, comodidades y lujos, pero también nos expone a riesgos y nos quita control sobre la parte de nuestra vida que nosotros mismos permitimos que se digitalice. 

*Columnista de El Diario de Hoy.