El diputado payaso

Considero que ha llegado el momento en que los diputados creen las reformas necesarias a la ley electoral, para que en  2018 los payasos continúen siendo payasos y los diputados, diputados

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El ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, entregó el 29 de septiembre de 2014 el presupuesto para el año 2015 al entonces presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes.

/ Foto Por EDH/ Archivo.

Por Max Mojica*

2015-09-28 10:33:00

Francisco Everardo Oliveira Silva, más conocido por el nombre artístico “Tiririca”, es un conocido actor, payaso, cómico, cantautor y ahora diputado en el Congreso Nacional de Brasil, representando al Estado de São Paulo.

Nacido en la ciudad de Itapipoca, región nordeste de Brasil, en una familia muy pobre, Silva comenzó a trabajar a la edad de seis años. Cuando tenía ocho años, después de ver un circo actuando en su ciudad natal, Tiririca se unió a ellos y comenzó a trabajar como payaso. Su nombre artístico, Tiririca, data de este período.

Debido a la creciente inconformidad de la sociedad brasileña respecto a su clase política, así como ante las continuas denuncias de corrupción e incapacidad, en 2010 Tiririca anunció que se postularía para el Congreso Nacional después de haber sido invitado por el Partido Republicano Brasileño. Tan excéntrico candidato aparecía en anuncios de televisión actuando bajo su personaje Tiririca (es decir, vestido completamente de payaso), utilizando consignas como “¿Qué hace un diputado federal? Realmente no sé,  vote por mí y yo se lo diré”, o la aún más pegajosa: “Nadie puede ser peor que los actuales diputados, así que vote por Tiririca”;  e incluso la más inocente, llamativa y, por que no decirlo, honesta propuesta: “Si soy elegido como diputado, prometo ayudar a todas las familias brasileñas … sobre toda a la mía”.

Estas consignas provocaron que un grupo de candidatos del Congreso –de los que no se visten como payasos, sino de saco y corbata y, algunas veces, de guayabera– se quejaran ante la oficina del fiscal electoral que Tiririca insultaba la dignidad del Congreso Nacional y de todas las oficinas públicas a causa de la falta de proyectos políticos de su campaña, así como por el enfoque satírico que en ella se exponía respecto al sistema político brasileño. La demanda, sin embargo, fue archivada. 

Tiririca fue denunciado como un analfabeto,  por la revista “Época” , en su edición del 24 de septiembre 2010. La acusación contenida en el reportaje era lo suficientemente seria para ser tomada en cuenta ya que, de ser cierta, invalidaría su candidatura. En su defensa, el 30 de octubre de ese mismo año, Tiririca alegó que sufría de “disgrafía”, afección que le impedía tomar una pluma estilográfica con firmeza, lo cual, por supuesto, le impedida escribir. Tiririca alegó que no es que fuera analfabeto, estaba enfermo. 

Mientras tanto, sus oponentes alegaban que su esposa le había ayudado a escribir la declaración de alfabetización requerida por la ley electoral brasileña, lo cual constituía una violación a lo previsto por la misma. Ante la nueva acusación, la esposa de Tiririca respondió que “únicamente había puesto su mano sobre la de él para ayudarlo a sostener el lápiz con firmeza mientras él escribía”. Finalmente, Tiririca explicó a los medios que por dicha “afección médica”, simplemente no podía tomar ninguna prueba de escritura. Luego de un accidentado proceso para definir si era apto o no para ser candidato, el juez federal Walter de Almeida Guilherme resolvió finalmente a su favor: Tiririca podía ser candidato a diputado.

A pesar del proceso penal abierto en su contra y de toda la propaganda negativa sobre su presunto analfabetismo, el 3 de octubre de 2010, Tiririca se convirtió en el congresista más votado en las elecciones generales de Brasil 2010 (y el segundo más votado en la historia de Brasil, después de Enéas Carneiro), por lo que fue electo para representar en el Congreso Nacional al Estado de São Paulo, con 1,348,295 votos (6,35% de los votos válidos escrutados).

Tiririca recibió su certificado de diputado federal, bajo aplausos,  en la ceremonia el 17 de diciembre de 2010. Ese mismo día, Tiririca reveló su proyecto político, centrado principalmente en ayudar a los artistas de circo, a la financiación de proyectos culturales para combatir los prejuicios contra la gente del nordeste que hubiese emigrado al sur de Brasil y al aumento de los fondos a la educación primaria. Como dato curioso, dos días antes de que él recibió su certificado (15 de diciembre de 2010), durante su primera visita al edificio del Congreso, los congresistas brasileños aprobaron un aumento salarial de un sesenta por ciento para ellos mismos. Cuando un reportero le preguntó sobre el hecho, Tiririca dijo:  “Supongo que tengo suerte,  ¡en mi primer día me dieron un aumento de sueldo!” 

Este caso nos debe hacer reflexionar. No tengo nada en contra de los simpáticos personajes de zapatos largos y nariz colorada, que hacen las delicias de nuestros hijos en las piñatas. Es una labor noble como cualquier otra. Pero el estrambótico caso de Tirirca en Brasil, nos envía una preocupante señal respecto a la clase política salvadoreña, donde existe ya un exceso de candidatos y funcionarios sin capacidad académica o empresarial comprobada  quienes, al ser electos, tienen en sus manos el presente y futuro de El Salvador. Considero que ha llegado el momento que los diputados creen las reformas necesarias a la ley electoral, para que en 2018 los payasos continúen siendo payasos y  los diputados, diputados. El intercambio puede ser peligroso. 
 

*Abogado, Máster en Leyes.