Síntomas de dictadura

“Nosotros dialogamos con los enemigos que hemos jurado destruir solamente cuando carecemos de la fuerza necesaria para abatirlos

descripción de la imagen

Pacientes con melanoma maligno, cáncer en la piel, llegaron este martes 29 de septiembre al hospital Rosales para recibir la vacuna BCG que ellos mismos comprarían, pero, debido a que el precio era mayor al estimado, no pudieron adquirirlo. 

/ Foto Por Yamileth Cáceres

Por Jorge Daboub*

2015-09-29 8:22:00

Al conocer la historia de los países que han caído bajo la dictadura del Socialismo del Siglo XXI, es claro que el método utilizado para su implantación es tan sutil y engañoso que a los ciudadanos les fue difícil darse cuenta que el cambio que les prometieron les costaría la pérdida de sus libertades, de sus instituciones, de su desarrollo económico y de su estabilidad social. 

Pudimos corroborarlo recientemente en el Foro ¿Sabe por qué El Salvador está en crisis? organizado por ANEP, al que invitamos como expositores a dos representantes de los sectores productivos de Venezuela y Ecuador, quienes desde su propia experiencia narraron cómo los gobiernos de sus países han venido procediendo  en contra de todo lo que implique libertad y democracia, con el fin de instaurar un régimen dictatorial. 

Nuestros invitados narraron los ataques constantes que en sus países sufren los medios de comunicación, las instituciones del Estado, la oposición política, los empresarios y cualquier ciudadano que no comulgue con el  pensamiento socialista de sus gobernantes o que se atreva a denunciar sus acciones. En esos países quien se arriesga a protestar es encarcelado, sus propiedades son confiscadas o tiene que resignarse a vivir permanentemente acosado por el régimen.
 
Situaciones parecidas atraviesan otros países de América Latina, cada uno con sus propias particularidades pero al final con similares consecuencias. El Salvador debería verse en esos espejos.

Muchos aquí creen que la crisis generalizada por la que atraviesa el país es producto de coyunturas pasajeras que pueden ser superadas con planes de corto y mediano plazo. No perciben que el desempleo, la desnaturalización de la institucionalidad del Estado, la alta inseguridad, los ataques a la libertad de prensa, la confrontación social y la aprobación de leyes a la medida de los intereses partidarios, entre otros, son etapas de un proceso paulatino de sustitución de la democracia por un sistema de gobierno dictatorial, tal y como ocurre en Venezuela. 

Se ha evidenciado también que una estrategia muy común de los precursores de las nuevas dictaduras consiste en establecer alianzas temporales con sus adversarios, a quienes neutralizan con falsas promesas de pactos mutuamente beneficiosos. Piensan que “uniendo fuerzas” con ellos podrán superar los problemas coyunturales que, como ya vimos, son la consecuencia lógica del desarrollo de un plan totalitario que se desarrolla en el largo plazo. Pero dichas alianzas son efímeras porque, una vez alcanzado el poder suficiente, los neosocialistas no escatiman en descartar a sus aliados eventuales cuando ya no los necesitan. Así, muchos caen en error de creer que dándole de comer al cocodrilo, este nunca les morderá la mano. 

Es importante reconocer, que algunos gobiernos anteriores, con prácticas populistas y falta de visión de país, prepararon, en algunas áreas, el ambiente para que en El Salvador cayera en la situación actual. 

Ahora, hay quienes honestamente trabajan por un El Salvador libre y en democracia,  pero no logran asociar la situación de los países que han sucumbido al socialismo con lo que está sucediendo en El Salvador. Lo más inquietante es que a veces quienes logran intuirlo prefieren callarlo, porque están demasiado interesados en proteger su imagen pública y sus intereses de corto plazo. Pero así no se hace patria.
 
Afortunadamente, en El Salvador todavía quedan instituciones, como la prensa independiente, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y otras cuyo actuar no comprometido garantiza la existencia de un sano balance de poderes y de democracia, por lo que deben ser defendidas por todos. 

La libertad, la democracia y el progreso no son banderas que deban ideologizarse, sino principios de una sociedad libre que deben mantenerse. No debemos avergonzarnos por defender lo que consideramos correcto.  Como dijo el pensador alemán Johann W. Goethe: “La libertad es como la vida, sólo la merece quien sabe conquistarla todos los días”. Salvadoreños, ¡despertemos! 

*Presidente de ANEP.