Recordando al ingeniero Federico Miguel Huguet

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elsalvador.com

Por Por Oscar Rodríguez Blanco, s, d, b.*

2015-07-04 5:00:00

Hace más de un mes nos dejó el ingeniero Federico Miguel Huguet. Tenía 75 años y tres días. Fue rector de la Universidad Don Bosco por 22 años. Excelente padre, esposo y abuelo. Sus hijos lo recuerdan como “un padre que siempre pensaba en los demás, amoroso, exigente y comprensivo”. La Comunidad Educativa le recuerda con simpatía, respeto y gratitud. Decía el doctor Humberto Flores en el semblante que hizo de su vida: “lo recordaremos siempre, tomando en cuenta que ‘recordar’ en latín quiere decir ‘pasar dos veces por el corazón’. Nuestro rector no solamente pasó por la Universidad, sino que pasó por nuestros corazones para quedarse para siempre”. Como exalumno de la Escuela Domingo Savio, nunca perdió de vista los valores que el carisma salesiano deja grabados en el corazón de sus referentes.

El ingeniero Huguet fue fiel a los principios de la pedagogía salesiana. Don Bosco vio en la educación un espacio y un instrumento para el cambio social. Sus jóvenes vivían en un contexto sumamente difícil y su deseo era promoverlos. Tenía como meta que los jóvenes alcanzaran el bien, la virtud y que fueran personas honradas y moralmente rectas. El padre Pascual Chávez, exrector mayor de los salesianos, dijo en esta universidad: “El objetivo de la educación debe ser el de construir un porvenir humano más digno para los jóvenes. Si la educación se limita a alcanzar solo objetivos económicos a los cuales apunta la actual globalización, traiciona su misma misión. Se impone una profunda reforma moral y cultural. Esta reforma es el cometido, si no el primero, seguramente el principal de la educación”. La Universidad, liderada por el ingeniero Huguet, fiel a la pedagogía salesiana perfila en su misión el desarrollo integral de las personas con la finalidad de construir una sociedad “libre, justa y solidaria”.

El ingeniero Huguet entendió muy bien que Don Bosco no era solamente un educador en el sentido formal que se le da a este término y a su dimensión pedagógica, supo comprender, y hacer comprender a los demás, que Don Bosco fue mucho más allá y buscó el bien integral de los jóvenes haciendo de ellos unos “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, buscando para ellos el bien espiritual. Tenía muy claro que la Universidad Don Bosco no solo debía proyectarse en el mejoramiento continuo de la calidad y la infraestructura física y tecnológica, debía proponerse mantener los valores cívicos, morales y religiosos como los había perfilado Don Bosco.

Don Federico, además de haber sido el rector que la Universidad necesitaba, fue muy apreciado por la sociedad salvadoreña: Como buen ingeniero industrial contribuyó a la reorganización de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional. Fue consultor técnico en el diseño de plantas industriales. Asesor en temas de Ciencia y Tecnología para la CEPAL y el PNUD. Se desempeñó como presidente de la Junta Directiva del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Fue miembro de la Comisión UNESCO El Salvador y coordinador de la Mesa de Educación y Empresa de la Iniciativa competitividad. Estos, y muchos otros servicios, hicieron que se ganara el respeto y aprecio de todos. Fue un hombre visionario, emprendedor e incansable trabajador. Lo recordaremos con alegría y gratitud. Gracias don Federico por su fidelidad a la obra y carisma salesiano.

*Sacerdote salesiano.