Ha fallecido un inapreciable e insuperable amigo

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La "jalada" de 2015 es la cuarta edición de la actividad.

/ Foto Por EDH/Archivo

Por Por Evangelina del Pilar de Sol*

2015-07-11 7:00:00

H

oy lloramos la muerte de un querido amigo que estuvo entre nosotros durante muchos años. Nadie sabe a ciencia cierta qué edad tenía.

Será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como que “hay que trabajar para poder tener un techo propio”, que “se necesita leer todos los días un poco para conocer por qué los pájaros que madrugan consiguen las lombrices”. También lo recordaremos por promover valiosas frases: “a Dios orando y con el mazo dando” y “tal vez yo fuera el culpable”.

Vivió bajo simples y eficaces consignas: “no gastes más de lo que ganas” –porque terminarás pobre–; “primero el deber, después el placer”–porque produce los frutos económicos necesarios para vivir–; “haz bien sin mirar a quien” –porque te dignifica–; “cría cuervos y te sacarán los ojos” –hacia educar bien a los hijos–; “la honradez paga, la deshonra cobra” –reconociendo que toda acción tiene precio–; “toda causa tiene su efecto” –recordatorio hacia que tarde o temprano arriba o aquí, todo se paga–.

Él se llamaba “Buen Juicio”.

Su salud comenzó a deteriorarse cuando se aplicaron reglas aventuradas, oscuras: como expulsar adolescentes de escuelas, por denunciar a un compañero por distribuir droga; como fue acusar a un niño de seis años de abuso sexual, por haber dado un beso en la mejilla a una compañerita de clase; como despedir maestros por reprender a alumnos indisciplinados.

Mi amigo fue empeorando cuando los padres atacaron a los maestros por hacer el trabajo en el que ellos fracasaron: disciplinar a sus ingobernables hijos.

Declinó aún más cuando las escuelas debieron requerir un permiso de los padres para administrar una aspirina, poner protector solar, colocar una curita a un alumno, o cambiar un pañal en pre-kínder, pero sí les prohibieron informar a los padres de alumnas embarazadas y peor, si querían abortar.

Perdió el deseo de vivir cuando los Diez Mandamientos se convirtieron en material de burla o cuando los criminales fueron acreditados con pactos y privilegios olvidando cruelmente a sus víctimas.

Para este amigo querido, fue duro saber que uno ya no puede defenderse de un ladrón en su propia casa, pero que el ladrón sí pueda demandarlo por agresión o que si un policía mata a un criminal si éste estaba armado y lo atacó, sea inmediatamente acusado, investigado y condenado.

La muerte de este amigo fue precedida por la de sus padres: Principio e Integridad, la de su esposa Probidad, la de sus hijas Veracidad y Justicia y la de su hijo Raciocinio.

Lo sobreviven sus espantosos hermanastros: “Tolerancia a cualquier atrocidad”, “Matar indefensos no es tan malo”, “Transar con el mal es necesario…”

No hubo mucha gente en su funeral, porque pocos se enteraron que había muerto.

-Si lo recuerdas, comparte este escrito. Caso contrario, únete a la mayoría… no hagas nada.

Este profundo escrito no es mío, habiéndolo recibido de un yerno hace poco. Pensé era urgente compartirlo recordando a mi amigo “Buen Juicio” ante tanto espanto que sufrimos diariamente, pero fui más impulsada debido al máximo horror perpetrado a una inocente niñita de apenas seis añitos, vilmente violada y asesinada por un amigo familiar.

Enterrar a ese amigo “Buen Juicio”, uno de los más preciosos amigos que Dios diera al ser humano, inevitablemente arrastra al individuo hacia la perversidad, a la promoción del mal… fomentando la guerra contra el bien… una guerra abierta contra Dios.

* Columnista de El Diario de Hoy.