¿Tienen capacidad de reacción las autoridades?

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Fátima Centeno en plena acción

/ Foto Por Federación Nacional de Badminton

Por Por Rodolfo Chang Peña*

2015-07-11 5:00:00

S

i el Ministerio de Seguridad, Policía Nacional Civil, Fiscalía General y los tribunales encargados de juzgar a los delincuentes fueran organizaciones empresariales seguramente ya hubieran quebrado por no cumplir ni producir resultados y la mayoría de sus jefaturas, comenzando desde la cabeza, ya hubieran sido sustituidas por profesionales más exitosos porque ¿a quién hay que responsabilizar entonces de la profundización y ampliación de la inseguridad?

Dudo mucho que las instituciones citadas arriba apliquen la alta gerencia y la reingeniería, les basta nada más comparar las cifras actuales con las de las mismas épocas del año pasado. No se ve por ejemplo que utilicen indicadores de desempeño, es decir parámetros que denoten que tan bien o tan mal se está ejecutando un plan de seguridad; metas sobre resultados que permitan medir en unidades la cantidad de éxitos alcanzados en función del objetivo deseado; administración de procesos que supervise estrechamente la eficiencia con que trabajan y el nivel de responsabilidad que aplican los jefes de áreas, por decir algo la idea es saber a quién vamos a sustituir para que las cosas marchen mejor o a quién vamos a premiar por su desempeño. Presupuesto y costos que midan los gastos por actividad, por ejemplo cuánto les cuesta a los contribuyentes el realizar una redada de supuestos pandilleros para después dejarlos en libertad.

No auxiliarse de las herramientas antes citadas es de suyo un gran vacío, a esto se agregan las fallas en la concepción de objetivos, políticas, estrategias, planes, programas, etc. Por ejemplo ya no se volvió a mencionar la Policía Comunitaria, mucho menos los Municipios Libres de Violencia. Desaparecieron en la vorágine de violencia de los últimos tiempos, por cierto no se tienen noticias si fueron evaluados, qué resultados obtuvieron, cifras de gastos versus resultados, etc.

Afligen a la población que usen batallones de reacción inmediata cuando lo que se necesita son batallones de prevención inmediata, la falta de capturas de los autores de los asesinatos como si las investigaciones, incluyendo en la escena del crimen, no sirven para nada, los riesgos que corren los agentes de la PNC para realizar capturas que luego los tribunales dejan en libertad y que los reos convictos, sigan delinquiendo dentro de la cárcel como si anduvieran libres en las calles.

Es evidente que la forma como se está enfrentando la criminalidad es fragmentaria, dispersa e inconsistente, cada quien por su lado y fácilmente se percibe la ausencia de un mando único con líneas de autoridad claras que cohesione los diversos subsistemas para que todos apunten en la misma dirección y sean complementarios. En realidad lo que se observa es una organización hipertrofiada sin liderazgo con cinco o seis jefes que no interactúan positivamente entre sí.

La recomendación clave de disponer de un sistema único de información cayó en saco roto, en efecto no se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado y se continúa con la terquedad de dar la espalda a la ciencia y tecnología inclinándose por las soluciones ideológico partidarias que no abonan en nada en eficiencia, tal vez solo en impacto mediático.

El enfoque de la criminalidad debe ser integral es decir atacar todas sus facetas de su ciclo de vida en la misma forma como se combate una epidemia de dengue. Enfilar las baterías contra los criaderos es tan importante como “fumigar con eficacia” los mosquitos que llegan a la adultez. En el primer caso con educación y verdaderos programas sociales no regalías electoreras y en el segundo perseguirlos sin tregua con escuchas, inteligencia policial, base de datos de identificación con ADN, criminalística y demás recursos de última generación.

Los mosquitos resistentes a todos los insecticidas, reincidentes y responsables de asesinatos, extorsiones y violaciones no tienen otra opción que la cadena perpetua sin beneficios de ninguna clase y la pena capital como se hace en Singapur. Esta última se aplica no para disuadir ni ejemplificar a nadie sino sencillamente para proteger a la sociedad.

*Doctor en Medicina.