Carta a las personas de buen corazón

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elsalvador.com

Por Por Marvin Galeas *

2015-07-08 5:00:00

C

arlos Cañas Dinarte, el intelectual conocido por sus valiosas investigaciones históricas, tuvo que marcharse del país en 2010. Lo habían amenazado con asesinar a su esposa y a su pequeña hija, entonces de tres meses, si no accedía a una extorsión. La cantidad exigida estaba fuera del alcance de Carlos.

De manera que recaló en la ciudad de Barcelona con toda su familia. Allí se dedica a trabajos esporádicos de investigación. Encontrar un empleo permanente es, desde hace unos años, toda una odisea en la madre patria.

Dicen los expertos que las tres cosas que más afectan el ánimo y terminan por dañar la salud en general son: perder un amor de pareja; perder un empleo y el exilio. Carlos sufrió dos de tres. Perdió su trabajo y tuvo que marcharse obligado de su patria. Quizá por tal razón su salud comenzó a deteriorarse ese mismo año que se marchó, pero la fue sorteando como pudo.

En febrero de 2012, sin embargo, le fue detectado un tumor en uno de sus pies. El gobierno español, como se sabe, ha recortado al máximo las ayudas sociales sobre todo a extranjeros. De manera que para extirpar el tumor tuvo que recurrir a sus escasos ahorros y a la ayuda de unos amigos para pagar los 10 mil euros que le cobraron en una clínica privada. Afortunadamente el tumor no era maligno. Tampoco muy benigno que digamos porque resultó ser muy invasivo.

Para complicar aún más las cosas, el ojo izquierdo de Carlos, comenzó a apagarse de manera lenta al punto de tener en este momento solo el 10% de la capacidad de visión. De seguir así lo perderá por completo en poco tiempo. El ojo derecho tampoco está muy bien que digamos. Y es que ya en los años ochenta nuestro amigo había sido sometido a trasplantes de corneas en ambos.

La situación es angustiosa. Carlos Cañas Dinarte, ganador de varios premios en materia de cultura, autor de importantes ensayos históricos, autor de muchos libros, excatedrático universitario está a punto de quedarse ciego en un lejano país, sin empleo permanente y sin ahorros. Ha escrito una par de investigaciones, pero les serán canceladas hasta final de año y sus ojos, sobre todo el izquierdo requiere de una operación inmediata.

La operación cuesta más o menos 7 mil dólares. Carlos consiguió que sus amigos catalanes, gente de buen corazón, aportaran cierta ayuda. Pero todavía le falta para completar el dinero necesario para la operación. Ahora les toca el turno a los amigos salvadoreños. A Carlos Cañas Dinarte debemos ayudarle por muchas razones: por su valioso aporte a la cultura. Por ser un hombre de bien. Porque es un compatriota que se encuentra en una triste situación.

Pero sobre todo porque es nuestro prójimo. Siempre he creído que el mandato de Jesús, aquel que dice “amarás a tu prójimo a como a ti mismo”, se debe cumplir con gente real, gente de carne y hueso, tangible. Al final eso de expresar compromisos con el pueblo, de ser solidario con todos, de expresar generosidad sin fronteras pero sin acciones concretas con seres humanos concretos no sirve de nada.

No es mucho dinero lo que Carlos Cañas Dinarte necesita para hacerse la operación. Entre varios dando poco o mucho, podemos superar esa cantidad estoy seguro. Pero los ojos valen más que 7 mil dólares. Nadie se quedaría ciego ni por todo el oro del mundo. Y menos Carlos cuyo trabajo es de investigador histórico y es, además, de escritor, un lector apasionado. Es como si a un futbolista le cortaran las piernas.

Aprovecho este espacio para hacer un llamado desde el fondo de mi corazón, a todos aquellos que conocen a Carlos, a los que apreciamos sus valiosos aportes culturales, a todas las personas de buen corazón los invito a ponerse en contacto con Carlos Cañas Dinarte a la siguiente dirección electrónica ccdinarte@gmail.com y a mi dirección que aparece en esta página. Estoy seguro que juntos salvaremos a un compatriota de una eventual ceguera.

Cualquier cantidad, grande o pequeña puede ser de mucha ayuda. De antemano un millón de gracias a todas aquellas personas de buen corazón. (Por favor compartir en redes sociales esta columna).