Vergonzante papel de algunos asesores en la Asamblea Legislativa

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Foto Por edhdep

Por Ricardo Chacón

2015-06-06 6:30:00

Debería ser lo contrario, tendría que ser un orgullo trabajar como asesor en la Asamblea Legislativa; es una labor profesional que permite estar en medio de los grandes problemas y posibles soluciones de los desafíos nacionales, además el privilegio de brindar información para la toma de decisiones de los diputados. 

Y es que en este Órgano de Estado, además de ser un espacio de discusión y diálogo entre las diversas concepciones políticas, se crean y aprueban leyes que rigen el quehacer cotidiano de las instituciones y de los salvadoreños en general.

Temas tan complejos como lo puede ser la seguridad y su adecuada legislación, o tan modernos como el ciberespacio, o tan polémicos como el cuido del medio ambiente y su relación con el desarrollo productivo, son algunas de las materias que debe conocer a fondo un asesor para darle todos los elementos teóricos y prácticos al diputado para que este, en conciencia, en relación a sus principios, respetando a la mayoría de los ciudadanos y teniendo como horizonte lo mejor para el país, tome una posición que, además de defenderla en las diferentes comisiones, o en el pleno legislativo le lleven a votar a favor o en contra de una ley.

En otros países, con una tradición democrática más amplia, ser asesor además de constituir un orgullo profesional, es una muestra de su desarrollo personal que le permite adentrarse a los temas centrales que mueven a las personas y a la sociedad. En El Salvador, pareciera que es lo contrario. ¿Por qué es vergonzante esta labor en el país? Tan es así que el “mayor secreto” que se guardó durante la gestión de la Legislatura pasada fue la lista de asesores. Esta semana, la presidenta del Primer Órgano del Estado reveló una lista, pero no completa y a cuentagotas, de los asesores y sus salarios: las críticas y mofas no se hicieron esperar.

En principio, creo que estos profesionales son arrastrados por la mala, más bien pésima imagen de los políticos, por lo general vinculados con la componenda, con la corrupción, con el abuso de los fondos de los contribuyentes Además, porque muchos de estos asesores responden a intereses oscuros del quehacer de los partidos y de los políticos. 

El fenómeno se explicaría a partir de que, por lo menos, hay dos tipos de asesores en la Asamblea: los que realmente trabajan como tales, cumplen un horario y un plan de trabajo, son estudiosos y profundizan los temas que les son asignados según sea su formación teórica académica o correspondiente a alguna, habilidad o especialidad que poseen; así, si son economistas o abogados estudian los temas y los proyectos de ley relacionados con esos temas; se nota cuando un diputado está no solo ilustrado, sino también demuestra que tiene puntual conocimiento sobre un tema determinado. De igual manera expresa argumentos sólidamente sustentados que pudo haber adquirido por su propio estudio o experiencia personal o porque fue atinadamente informado por su asesor.

Hay un segundo tipo, aquellos que son contratados bajo el rubro de asesores para asegurarles un salario por los “servicios” partidarios que han prestado. En este rubro hay , al menos, tres subtipos : uno, los amigos o parientes; dos, los que impone el partido para que tengan un trabajo remunerado o un pago por “servicios prestados”; y tres, los que realizan, bajo esta plaza, un trabajo político del partido y del diputado. 

En cualquiera de estos tres subtipos, nada hay de asesoría, de estudio a fondo de los temas, nada, lo cual queda demostrado porque además de no tener las credenciales teóricas y académicas para profundizar en algún tema, dejan al diputado a su buena suerte.

Estos últimos, son contratados para “hacerle” de comunicadores al diputado, incluso, como dijo uno de ellos esta semana, para “realizar trabajo territorial”. Están al servicio personal del diputado para “manejarle” la imagen, para organizarle sus comparecencias ante la prensa o simplemente “promocionarlos” en el terreno.

De estos solo los primeros son realmente asesores, no tienen por qué avergonzarse de su trabajo; es más, estos deberían tener un mejor salario, sobre todo aquellos que poseen estudios especializados y desarrollan una labor profesional de altura. De estos hay varios, no muchos, la mayoría son los asesores del segundo tipo, a quienes se les conoce como “aviadores”, porque solo aterrizan en la Asamblea para cobrar.

La profesionalización de los asesores pasa por la profesionalización de los políticos.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com