Problemas “perversos”

descripción de la imagen
Los dos Nogales

Por Mario Aguilar Joya

2015-06-24 5:00:00

El concepto problemas “perversos” proviene de la traducción amplia del inglés “wickled problems”, que fue introducido el año 1967, en una publicación sobre la “Ciencia de la administración”, que en ese entonces se refería a los problemas “siniestros o perversos”, que los trabajadores encontraban y debían comunicar a sus superiores para evitar dificultades mayores.

 En 1973 Horst Rittel y Melvin Webber retoman formalmente el concepto de problemas “retorcidos o perversos” en su texto “Dilemas sobre la teoría general de la planificación”, para referirse a situaciones que eran relativamente poco controlables y cuyas soluciones no eran fáciles, los cuales se podían encontrar no solamente en el ámbito laboral, sino también en lo social y político. A partir de ese año se mantuvo la palabra, pero se desestimó el sentido infamante o de malignidad que tenía el término “perverso”, para enfocarse en la resistencia a la solución que tienen dichos problemas.

A través de los años, la medicina también se adueñó del término, tanto para referirse a individuos que como personas tienen problemas de difícil resolución, como la convivencia con cónyuge abusador o la relación traumatizante de un hijo con su padre irresponsable; como los problemas colectivos, como la creciente necesidad de donadores para transplantes de órganos, manejo de las necesidades especiales de pacientes moribundos o la resolución efectiva de enfermedades infantiles que conllevan a un gran sufrimiento, por ejemplo cáncer. 

 Es más, ejemplos mundiales de estos problemas “perversos” han sido la dificultad en el control de la epidemia del Sida, la prevención de la violencia interreligiosa, la supresión de la segregación racial y la eliminación de la violencia intrafamiliar para mencionar unos pocos. En nuestro país, de los múltiples problemas que se encaran, dos que enfrentamos a diario tienen estas particularidades: La crisis por violencia social y los problemas económicas. 

Algunas características para que estos problemas se consideren “perversos o retorcidos”, como fueron definidos inicialmente, son que no existe un procedimiento técnico concluyente para delimitar sus alcances y por tanto sus soluciones van más allá de lo “bueno o malo” o “verdadero o falso”, que se pretenda darle al remiendo de la crisis. Serán acaso, soluciones parciales y en el mejor de los casos se espera que sean ética y moralmente admisibles para la mayoría de los involucrados.

 Así por ejemplo, la crisis de violencia no puede plantear como solución una situación que vulnere la estabilidad de las mayorías o bien la resolución de la crisis de la epidemia del Sida no puede pasar por alto las millones de personas que viven en países pobres y que no tienen acceso a atención médica básica.

Debido a que estos problemas no tienen reparos inmediatos, se deben buscar sus soluciones a mediano y largo plazo. Además como son problemas operativamente difíciles de solventar, no existen oportunidades de aprender mediante ensayo y error, de manera que cada opción que se tome debe contar con toda la intención y la seriedad para resolverla.

Actualmente se usan muy poco estos términos, excepto en el ámbito académico y en la explicación de problemas de difícil resolución para fomentar bases serias para resolverlos o al menos controlarlos. Sin embargo son conceptos que debemos tener en cuenta cuando se habla de solucionar problemas en el nombre de todos.

*Doctor en Medicina.

aguilarjoya@yahoo.com