Ya no cabe dudar

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elsalvador.com

Por Por Luis Fernández Cuervo*

2015-05-31 5:00:00

Monseñor Romero ha sido declarado Beato por la Iglesia Católica. Es decir, la Iglesia testifica que Oscar Romero tenía ese grado de santidad comprobada por su vida de hombre de profunda vida interior, por su opción preferencial por los pobres y por su martirio libremente aceptado. Ya no cabe dudar de su santidad. Ya están fuera de lugar las dos visiones deformes de mentalidades politizadas. Una de ellas, propias del egoísmo y el odio de esos adinerados que ven comunismo en cualquiera que pretenda sacar a los pobres de su miseria material y moral; la otra, la del interés por manipular su figura en provecho del decadente espíritu revolucionario latinoamericano.

Romero dijo cosas duras de los ricos; Jesucristo las dijo mucho más duras. Romero fue acusado de revolucionario, de trastocar el orden establecido; la acusación que contra Jesús hizo el Sanedrín ante Pilato fue de eso mismo. Romero dedicó gran parte de su vida a la catequesis, a formar a los pobres en la doctrina cristiana. Jesús, cuando contesta al enviado por el Bautista para saber si él era el Mesías o debía esperar a otro, aparte de nombrar los milagros que hacía con los ciegos, los sordos, los enfermos, etc., añadió como signo mesiánico: “los pobres son evangelizados”.

Sobre su martirio, todavía hay gente que no va mas allá del hecho de su asesinato durante la celebración de la misa. No, eso es lo de menos. Lo importante es conocer que él sabía que le podía matar alguno de los dos bandos del conflicto bélico. El lo temía y lo temía con miedo, lo que hace más meritorio que aunque le ofrecieron todas las facilidades para poder ausentarse del país, se negó a aceptarlo, porque como buen pastor, dijo, no podía dejar abandonado a su rebaño.

Su santidad va haciéndose cada vez más evidente según se va conociendo la verdad de su vida y de su pensamiento manifestado en su diario íntimo, en los seis volúmenes que ocupan sus homilías y en las personas que lo conocieron de cerca. Romero no tuvo nunca nada qué ver con la teología de la liberación, ni siquiera leyó ninguno de sus escritos que, para humillación de los descaminados que creyeron en ella, ahora hay datos muy sugestivos de que fue elaborada por la KGB del gobierno comunista de la Rusia soviética.

Hay otro hecho que muchos pudieron ver pero sobre el cual las valoraciones de los medios informativos han sido extremadamente sobrias y prudentes. Me refiero al halo luminoso que se formó alrededor del sol el sábado 23 de mayo, durante la celebración pública en que monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez era proclamado por la Iglesia Católica como Beato y que tantos de los asistentes pudieron contemplar e incluso fotografiar.

El halo solar es un fenómeno meteorológico de sobra conocido que ocurre “cuando el aire atmosférico posee ligeras nubes cristalizadas por el frío (casi siempre nubes del tipo cirrus). El halo está causado por partículas de hielo en suspensión en la tropósfera que refractan la luz generando un espectro de colores alrededor de la Luna o el Sol (…) El anillo del halo suele ser iridiscente con el color rojo en el lado interior del anillo y el verde y el azul claro en la parte externa, también puede aparecer un arcoíris completo”.

Bueno, pues puede explicarse el que ocurrió en aquel momento, como una feliz casualidad meteorológica. Pero está el hecho de que dicho fenómeno se produjo precisamente en el momento en que era proclamado solemnemente como Beato, para desaparecer poco después. Que cada cual lo interprete como quiera. Para mí fue un signo claro y bello con el que Dios quiso subrayar que monseñor Romero es, con toda verdad, lo que la Iglesia proclama de él. Y que en ese signo se cumple ese estilo divino de dejar suficiente luz para el que quiere creer y suficiente oscuridad para el que no quiere creer.

*Dr. en Medicina.

Columnista de El Diario de Hoy.

luchofcuervo@gmail.com