Síntomas de una sociedad enferma

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Foto Por edhdep

Por Por Marvin Galeas *

2015-04-01 5:00:00

Debido a las redes sociales se percibe con mayor facilidad el afán de linchamiento que existe en el país. Ese deseo malsano de gozar por la desgracia de otro, de hacer leña del árbol caído, de difamar sin razón alguna, de odiar al que piensa diferente, de desaprobar lo distinto, de condenar aunque no se haya vencido en juicio a alguien, de linchamiento pues, son claros síntomas de una sociedad resentida, dolida, enferma.

Algunos ejemplos: cada vez que hay elecciones la polarización se tensa a tal punto, que pareciera, a juzgar por los insultos, las difamaciones e incluso ataques personales, que no se trata de una competencia cívica entre partidos políticos, sino una lucha entre hordas que se odian a muerte. Afortunadamente ahora la pelea no se da en campos de guerra o en batallas campales, sino que a través de las diversas redes sociales.

El adversario político, y sobre todo el candidato, no es visto simplemente como una persona que piensa distinto, que tiene otra ideología, otra forma de ver el mundo, sino como un ser maligno, torpe, que lo único que tiene en mente es un maléfico plan para hacer daño por el mero placer de hacerlo. Cierto tipo de publicidad, la generada por los troles a sueldo sobre todo, abona a crear ese ambiente de tensión, ansiedad colectiva y afán de linchamiento.

No quiero decir que el debate no deba ser vigoroso. Pero debe hacerse con argumentos y dando la cara. No con insultos y desde el anonimato. En lo personal pienso que las ideologías basadas en la “ingeniería social” como el fascismo y comunismo y los fanatismos religiosos son una amenaza para cualquier sociedad. Pero mis opiniones deben estar sustentadas por argumentos y no en la difamación personal.

Hay columnistas o líderes de opinión ácidos, duros, directos, punzantes y hasta hirientes. Pero dan la cara, firman sus escritos, y creen en lo que dicen. Ese tipo de líderes de opinión existe hasta en las sociedades más cultas y sanas. También en esas sociedades hay minúsculos grupos anónimos que se dedican a la calumnia. Pero esa es la excepción.

De manera lamentable en nuestro país, hay candidatos que han basado toda su estrategia de comunicación en la maledicencia y el engaño. Sus campañas son dirigidas por personas que encuentran placer extremo en el ataque procaz, la amenaza, la difamación. La Psicología nos dice que existe una patología llamada Coprolalia.

Quien la padece siente una necesidad compulsiva de proferir obscenidades y frases ofensivas contra otras personas. Es una forma de desinhibición, de buscar notoriedad pero que puede causar graves problemas, si no se trata, en la vida social o laboral. No me cabe duda que ciertos troles padecen de ese trastorno.

En el tema del afán colectivo de linchamiento, como otro síntoma de una sociedad enferma, en las redes sociales, esta conducta se convierte en la parte más oscura de sus muchas funciones, la mayoría positivas. Recuerdo el caso de cómo toda una familia fue virtualmente linchada debido a una discusión, tras un simple accidente de tránsito. Pareciera que para nuestra sociedad hacer justicia es simplemente condenar a cualquiera aunque no haya sido escuchado y vencido en juicio como manda la ley en las sociedades civilizadas.

O bien cualquiera se erige en juez moral y comienza a destrozar a los que considera pecadores, sobre todo en cuestiones relacionadas con asuntos sexuales. En mi opinión, cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana, con tal de no infringir la ley o dañar a terceros. Si hay delito, pues deben intervenir las instituciones encargadas de hacer valer la justicia.

Estas conductas colectivas enfermizas ocurren, según los expertos, en sociedades con instituciones débiles en donde los encargados de hacer cumplir la ley son los primeros en violarla. En donde la impunidad es la norma y en donde el débil siempre sale perdiendo frente al poderoso aunque haya sido víctima de un terrible abuso.

Es entonces cuando de manera espontánea las sociedades buscan quien, por decirlo de alguna manera, pague los platos rotos. Y lo hace de diversas formas, desde la saña en las redes sociales hasta motines e insurrecciones.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com