El maratón cotidiano

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elsalvador.com

Por Por Javier Tobar Rodríguez*

2015-04-17 5:30:00

Cada mañana y principalmente, el lunes y viernes, “Chamba” se levanta muy temprano, como buen trabajador; pero por más que madruga, eso no lo ayuda, pues enfrenta estoicamente el destino del pueblo pobre, que en tanto no reciba un golpe de suerte, debe hinchar el pecho para llevar adelante a su familia. Tanto se empeña en levantarse que hasta en el afán despierta al gallo para que cante.

Pero no por mucho madrugar le sonríe la fortuna. Para poder arribar a su lugar de trabajo, debe esquivar cuanto obstáculo encuentre en su camino en la maratón que inicia desde su hogar hasta su lugar de trabajo y el recorrido va de este modo: si proviene desde el occidente del país, v.gr. Santa Ana con destino a la capital, debe despertarse a lo menos a las 4:00 a.m., prepararse, haber tenido ya casi todo listo desde el día anterior para evitar retrasos. Deberá atravesar la carretera de “Los Chorros”, que en horas de tráfico intenso, en especial los lunes y los viernes, se convierte en “La caldera del Diablo”: zona sinuosa, donde el pandemónium vehicular se desata con furia desde las 5:30 a.m. hasta las 8:00 a.m. Varias son las causas, entre ellas, el diseño inadecuado de la carretera, porque carece de un espacio de estacionamiento transitorio para descargar pasajeros. Sin iluminación suficiente, sin vías alternas de circulación. A ello se le añade que vehículos de carga pesada, nacionales y extranjeros aplican la técnica de estrangulamiento: “La muralla rodante”: ocurre cuando los conductores de tres autobuses, camiones o trailers viajan a baja velocidad posicionados uno al costado del otro sin permitir que nadie los rebase. No podemos dejar de mencionar los inconvenientes a zigzaguear, buses y autos en mal estado que sucumben al rigor de la subida que la geografía de la carretera impone, los hay también peatones que deciden probar suerte con la disciplina equilibrista caminando al borde de la división de ambas vías de ida y vuelta o simplemente pasar en desbandada sin usar las pasarelas. Por supuesto, sin dejar de mencionar las “paradas” no autorizadas de los cafres de buses.

En todos esos lugares, ya conocidos por miles de ciudadanos, “Chambitas”, quienes por radios comerciales canalizan información de esos siniestros matutinos y replican soluciones, muy sensatas, pero que al parecer nadie más que ellos las escuchan. Es el pueblo que carece del poder determinante que solvente su problemática. Al respecto: a) presencia policial más que suficiente para imponer el orden vial. Una verdadera policía motorizada que sancione el “bullying del conductor” que amenaza con colisionar el auto que marcha a su delantera, que conduce temerariamente a velocidad excesiva, que evite la formación de aquella “muralla”. Que sancione severamente a quien restringe y limita la circulación por su acción u omisión. b-) Modificar las jornadas laborales de los empleados públicos u otros evitando que coincidan en horarios, pudiéndose establecer planes pilotos a reorientar según su éxito. c-) Exigir la presencia de los trabajadores en las oficinas para labores exclusivamente necesarias, permitiendo el “home office” (trabajo en casa), que es una tendencia mundial.

La ciudad, la población y los problemas sociales crecen a una velocidad mayor que las medidas que las solventen. Esto debe revertirse y proveer calidad de vida a los habitantes.

*Colaborador de El Diario de Hoy.