El Salvador 2035: Ficción o realidad

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Superintendencia: "Más personas llegarán a la vejez sin pensión"

Por Por Max Mojica*

2015-04-27 5:00:00

Salvador Cadenas no podía creer lo que leía en el titular del único periódico que circulaba ese 1º de junio de 2035. El país amanecía imponiéndole la banda presidencial a un personaje que pertenecía formalmente a una mara. Él no podía entender cómo es que una persona vinculada con las pandillas había logrado convertirse en presidente de la República. Esta es la historia.

La mara salvatrucha se creó en los años 80 en las calles de Los Ángeles, California, como un efecto de la migración provocada por la guerra civil en que el país se vio envuelto dentro del contexto de la guerra fría. La fundaron salvadoreños migrantes con el propósito de protegerse del maltrato y desprecio que existía hacia ellos por parte de mexicanos, afroamericanos o estadounidenses, convirtiéndose así en una de las pandillas más violentas del mundo.

El desarrollo de las maras se debe en parte a la pobreza, a la incapacidad de los gobiernos para controlar el fenómeno, a la ineficiencia de los mecanismos de seguridad de los países, a la necesidad de los padres de familia de emigrar dejando menores de edad sumidos en la soledad y pobreza, a cargo de adultos mayores que no los podían educar ni guiar.

En 2013 las maras pactaron una tregua con el Gobierno bajo el auspicio de ciertos sectores de la Iglesia Católica y Evangélica y algunos personajes auto investidos como mediadores. Esta produjo una disminución artificial de los homicidios pero un aumento de los desaparecidos.

En 2015, ya rota la tregua, a los cabecillas de las maras se le retiraron los privilegios de los que gozaban en las prisiones y ahí fue a donde una nueva guerra comenzó. Las maras ya fortalecidas, dejaron de ser un grupo de criminales desorganizados para convertirse en un frente organizado bajo mandos de naturaleza militar, actividades coordinadas, atentados contra el Estado, con mandos altos y medios claramente definidos y objetivos concretos.

El Gobierno de El Salvador no supo cómo responder y el fenómeno evolucionó. En el año de 2019, las maras se habían unido, su fuerza militar, más de 70,000 miembros en El Salvador, Honduras y Guatemala, habían superado por mucho, las capacidad militar y policial de los gobiernos. Las maras no estaban sujetas a ninguna ley, ni a valores, moral y religión, por lo que obedecían ciegamente los designios de sus líderes, los que les ordenaban extorsionar, secuestrar, violar, intimidar o sobornar policías, fiscales, jueces y funcionarios, no dudando matar a los que no se sometieran a su poder. No muy diferente a lo que pasó con los bolcheviques en Rusia, las camisas pardas de los nazis en Alemania, con el Khmer Rojo en Camboya o con los narcos en Colombia.

La empresa privada e incluso las autónomas estatales ya contemplaban el pago de extorsiones como parte de sus costos operativos. Ningún ciudadano podía abrir, regentar empresas y transportar mercadería dentro del su territorio, si no era por medio del pago de un “impuesto”. El monto de las extorsiones era del 1.7% del PIB para el 2014, para el 2020 eran del 4%, suficiente dinero para que, unido con los fondos provenientes del narcotráfico, pudieran doblegar al Estado, a la empresa privada y a la sociedad civil.

En el 2025, con las pandillas fortalecidas y plenamente infiltradas en la sociedad civil, empresas y aparato estatal, se llevó a cabo la fundación del primer partido político conformado por miembros de maras, el CUES: “Clicas Unidas de El Salvador”. A él se unieron reconocidos miembros defensores de derechos humanos en El Salvador y contó con el beneplácito de movimientos ciudadanos de la “sociedad civil” y movimientos “religiosos de base” que promulgaban que con dicho partido político “se fortalecía la democracia en El Salvador”.

En 2030 los partidos mayoritarios ARENA y FMLN, fueron formalmente proscritos y sus miembros acusados de crímenes contra los “derechos humanos” por su historial de persecución a las maras el período 2000-15.

A finales de abril de 2035, el presidente del TSE -quien estaba vinculado con las maras- dio finalmente los resultados a la población luego de 90 días de pasadas las elecciones. El ganador de las elecciones fue el candidato del CUES y virtualmente único candidato en dichas elecciones, debido a que el candidato opositor había sido asesinado en un confuso hecho de violencia a la salida de su empresa.

Salvador Cadenas leía ahora en el periódico que tendría un nuevo presidente que no superaba el 6º grado de escolaridad. Salvador cerró el periódico y lloró.

…Esta es una historia de ficción, pero puede llegar a ser real. El Salvador puede ser ese Salvador, pero en cadenas. Todo depende de nuestro Gobierno, de la Fuerza Armada, la Policía Nacional Civil, y por qué no decirlo, de todos nosotros, quienes hoy por hoy somos más: más que ellos, más que los corruptos, más que los criminales; sino miremos a esas miles de personas que de buena fe marcharon este 26 de marzo pasado pidiendo paz. Amo a El Salvador, por lo que espero que el 2035 sea diferente y este sea solo un artículo generado por estos calores de verano.

*Colaborador de El Diario de Hoy.