Seguimos patas arriba

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Finca donde unos 25 miembros de la MS tenían una "convención de cabecillas". Siete delincuentes y un empleado murieron al enfrentarse con policías. Foto EDH

Por Por María A. de López Andreu*

2015-03-27 7:30:00

Mientras el caos electoral nos mantiene absortos, suceden hechos que debemos condenar muy enérgicamente.

El primero es el comunicado que el gobierno salvadoreño publicó a página entera en todos los periódicos, apoyando incondicionalmente al impresentable gobierno bolivariano y condenando el que los Estados Unidos, soberanamente, tomara medidas en contra siete funcionarios chavistas, dado que el presidente Obama considera que son un peligro para la seguridad norteamericana. Carlos Alberto Montaner, en su artículo “Obama contra Maduro: historia secreta de una crisis inevitable” (http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=50839&idArt=9527443), desnuda las actividades criminales que esos “angelitos” llevan a cabo, con la anuente bendición de Nicolás Maduro, amado heredero del comandante eterno.

Pero no es la decisión norteamericana la que debemos analizar, sino la de nuestro gobierno, emitiendo una declaración oficial pronunciándose en torno a los “encontronazos diplomáticos” protagonizados por Venezuela y Estados Unidos, exigiéndole a éste “la no intervención en los asuntos internos de los Estados”. Sánchez Cerén, quien permanece mudo en los temas que sí nos atañen, expresó “profunda preocupación” porque el Gobierno de Estados Unidos calificara a Venezuela y a su gobierno “legítimamente electo” (¡¿?!) como una “amenaza” para su seguridad nacional.

Sorprende, porque cuando el gobierno bolivariano ha “montado Sandino” a los opositores, sin asomo de misericordia ni humanidad, el profesor ha hecho mutis. ¿Por qué ahora tanta indignación? Y, eso, en el preciso momento en que los Estados Unidos, a quien critica y señala, nos apoyan de tantas maneras, incluso con el FOMILENIO II.

Profesor Sánchez Cerén, cuando publique semejantes barbaridades, cuídese de establecer claramente (aunque lo haga con mala redacción y peor ortografía) que habla en nombre suyo, en el de su partido y en el de su gobierno, de ninguna manera en nombre de los salvadoreños.

Otro evento incalificable es la “multitudinaria y voluntaria marcha blanca por la vida, la paz, la justicia”. ¿Qué está sucediendo? ¿Cómo se ha tergiversado la mentalidad de la nación?

Cierto que el Ejecutivo proviene del FMLN, incapaces para gobernar, pero expertos en tomarse calles y hacer desórdenes. Pero ahora son gobierno, supuestamente no son agitadores. Las marchas, en los países libres y democráticos, las organizan espontáneamente los ciudadanos. Solamente en los países comunistas los gobiernos organizan las marchas, a fin de obligar a la población a rendirles apoyo. En nuestro país, lo lógico habría sido marchar para exigirle AL GOBIERNO que cumpla con su obligación, defendiendo nuestras vidas, manteniendo la paz y haciendo justicia. Pero el gobierno, ¿a quién se lo va a pedir? ¿A las maras, para terminar así de reconocer que les han entregado la autoridad y el mando?

Es muy triste que, a las puertas de la Semana Santa, la Iglesia apoye esos actos propagandísticos en vez de promover jornadas de ayuno, oración, caridad y penitencia, rogando al Divino Salvador que se apiade de nosotros, su pueblo.

Igualmente, enardece que el gobierno se aproveche de la beatificación del Obispo Romero para hacerse propaganda. El profesor publicita, infinidad de veces diariamente, el “milagro p’al Salvador”. ¡Sí, pa’l Salvador Sánchez Cerén, que espera que ese evento consiga el milagro de ocultar, mediáticamente, la desastrosa incapacidad de su gobierno!

¡Preocupante, muy preocupante! Si nos dejamos, si callamos y no alzamos nuestra voz de indignada protesta, la próxima acción gubernamental será colgar, en el salón de honor de casa presidencial, un gigantesco retrato del comandante eterno.

*Columnista de El Diario de Hoy.