La entrada triunfal de Cristo presagia su muerte

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Jhosse Lora hablando con Los Provocadores

/ Foto Por edhdep

Por Por Oscar Rodríguez Blanco, s, d, b.*

2015-03-30 5:00:00

La Cuaresma finalizará el próximo Jueves Santo. El pueblo de Dios, fiel a sus tradiciones y costumbres, inicia el Domingo de Ramos la celebración de la “Semana Santa”. Los actos religiosos oficiales que realiza la iglesia, estarán acompañados por procesiones y tradiciones populares que reviven, en el corazón del pueblo, los grandes misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

El cristiano que ha vivido la Cuaresma, sabe ubicar en esta semana, el significado de cada acto religioso. Iniciamos con el recuerdo de la “entrada triunfal de Jesús” en la ciudad de Jerusalén. En nuestro medio el pueblo aclama a Cristo con ramos, palmas y flores de coyol que son signos de la victoria de Cristo. Se escucharán cantos de victoria y la exclamación ¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor! No es fácil poder conjugar el triunfo de este día con lo que se presagia para el Viernes Santo. Aquí se inicia el viaje pascual de Cristo. Nos dice San Pablo: Cristo se despojó, se rebajó y murió en la cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas” (Fil, 2,6-11).

El “Jueves Santo” por la tarde, se inicia “Triduo Pascual” de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La celebración más importante de toda la semana es la Vigilia Pascual, pero este jueves se celebra una Eucaristía que nos trae un entrañable recuerdo: La “Institución de la Eucaristía”, el “Mandamiento del Amor” y la “Institución del Sacerdocio”. Cristo instituye la eucaristía con panes ácimos y vino diciendo a sus discípulos: “tomen y coman….tomen y beban” y les da un mandato: “Hagan esto en conmemoración mía”. Este mandato lo ha cumplido la iglesia hasta el día de hoy. Durante la cena Jesús realiza un acto extraordinario propio de los esclavos de aquel tiempo: Lava los pies a sus discípulos y les enseña que Él ha venido para servir y no para ser servido. Tremenda lección que nos recuerda el amor fraterno y servicio que debemos dar a los demás.

El “Viernes Santo” conmemoramos la “Pasión y Muerte de Cristo”. La atención del cristiano se centra en esta realidad y se prolonga hasta el sábado antes de la vigilia. Es dìa de ayuno y abstinencia. La sobria y profunda ceremonia de la tarde que omite la eucaristía, nos centra en la muerte del supremo mártir del Gòlgota. Como cristianos miramos impresionados a Cristo, que clavado en la cruz, muere perdonando a sus verdugos. Las hermosas representaciones artísticas, procesiones, el llevar a lavar la cruz y la ropa del Señor y otras costumbres, nos ayudan a comprender mejor la teología del dolor de Cristo, que como manso cordero, es llevado al matadero.

El “Sábado Santo” por la noche se reúne la comunidad cristiana para la celebración más importante del año: La “fiesta pascual”. Es una noche de luces y esplendor. La grandiosa liturgia está llena de simbolismos que invitan a la alegría pascual. Toda vida cristiana adquiere sentido en esta noche. Celebramos el núcleo de nuestra fe. El “sepulcro vacío” es un símbolo elocuente de la victoria de Cristo sobre la muerte. Nosotros los cristianos, seguimos al Cristo vivo, no a un muerto. El aviso que se escuchó es una consigna para todas las generaciones: ¡No busquen entre los muertos al que vive! ¡Felices Pascuas a todos!

*Sacerdote salesiano.