Tamal Supremo Electoral

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Asesinan a dos jóvenes en La Unión

Por Por Carlos Alfaro Rivas*

2015-03-12 5:00:00

Para los que no son de por aquí, además de nuestras delicias de elote, sal, azúcar, chipilín y cambray, tamal es una movida preconcebida, también cocinada a fuego lento, por mentes maquiavélicas que, por los siglos de los siglos, quieren chuparse los dedos del poder.

El tamal cuscatleco se viene sazonando, desde hace 6 años, por un selecto grupo de cocineros improvisados, que siguen y divulgan una receta que suena apetecible, pero que dobla a la población, sobre todo a los más vulnerables.

Una receta, de origen venezolano, cuyo creador, el chef Chávez, de la escuela culinaria cordon rouge de La Habana, fue víctima del cáncer hace 2 años, con la mala pata que el sous chef no tiene el carisma de su ex jefe, y además se le han aflojado varias tuercas, pues habla con pajaritos y padece de pesadillas de que todos, de la cocina, lo quieren echar.

Otra mala suerte, para los cocineros locales, es que se desplomó el precio del, negro y aceitoso, ingrediente principal de la receta de su tamal.

Mala leche también, el no poder censurar las imágenes de largas colas y anaqueles vacíos de supermercados, de protestas a favor de la libertad de expresión, de matones cucando y encarcelando a alcaldes, legisladores y opositores.

Sobran las razones por las cuales la mayoría de salvadoreños no nos tragamos el tamal que están cocinando.

Estamos cansados de cocineros mareaditos por el poder; queremos ganarnos la vida con honra y sudor; estamos hartos del impuesto de guerra que nos impone un nuevo ejército de mareros; estamos tristes por vivir separados de nuestros seres queridos, quienes emigraron, pues aquí no hay oportunidad ni seguridad.

Somos más los que preferimos que en la escuela les enseñen a los cipotes a pescar y no solo les regalen el pescado; los que exigimos un transporte público eficiente, que podamos pagar; los que en el Seguro buscamos alivio, no martirio; los que queremos que el medio ambiente y las oportunidades florezcan; los que demandamos vivir en libertad.

Entonces, NO al tamal supremo electoral. Un tamal chuco, lleno de moscas, movidas, metidas de pata e ingredientes de dudosa procedencia. ¡Si hasta se les aflojaron los empaques a los que, a puro dedal, están disque contando votos en la feria!

¡Qué mal ejemplo estamos dando al mundo entero! Además de un país polarizado, en el podium mundial por record de homicidios, tierra fértil para la multiplicación de 18’s y salvatruchos, ¿ahora somos un país que no sabe contar?

Nuestros cocineros están tan ocupados armando su perverso tamal, que en vez de incentivar la inversión y el turismo, le sacan carrera.

“¡Sabotaje!” reclamó desesperado el cocinero Olivo. “Van a rodar cabezas”, pero nunca presentó las pruebas que ofreció.

Y los días pasan en este circo supremo; la papa electoral se enfría; prohibidas las cámaras en el conteo; los cocineros magistrados hablan un montón pero no dicen nada; la población pide sus cabezas.

Una maraña de contradicciones, irresponsabilidades, mucha paja y amenazas, producto de que ya se dieron cuenta que la mayoría de la gente no se traga su tamal.

Un ente colegiado que, desmadre tras desmadre, más bien parece demente y sin colegio.

Unidos crecemos todos repiten como lora los master chef del tamal salvadoreño. Es tiempo de que pongan en práctica su mantra y, sobre todo, que respeten la voluntad del pueblo.

Que desde la pluralidad de los concejos, y desde el nuevo equilibrio del Salón Azul, de verdad se trabaje, con ímpetu y honestidad, a favor de El Salvador, y no solo a favor de los cocineros.

Exigimos una receta participativa, no impositiva; realista, no populista; democrática, no autocrática.

De lo contrario, el último que salga, por favor cierre la puerta.

*Colaborador de El Diario de Hoy.

calinalfaro@gmail.com