Y lo único que cambió en el aeropuerto fue su nombre…

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elsalvador.com

Por Max Mojica

2015-03-06 5:30:00

El 16 de diciembre de 2013, el Gobierno convocó a funcionarios, representantes de empresas privadas, organismos internacionales y cuerpo diplomático a Casa Presidencial para presentar el nuevo plan maestro del Aeropuerto Internacional, que estrenaba el flamante nombre de “Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez”.

A más de un año de ese acto, la implementación de dicho plan no ha iniciado. Según el documento, la primera fase de la ampliación de la terminal de pasajeros debió haber comenzado en algún momento de 2014, a efecto de poder ser completada en 2017.

De acuerdo con Kimley-Horn, la firma que elaboró la propuesta, entre los proyectos que propone el plan están ensanchar la terminal 10 metros en la parte posterior a los mostradores en los que ahora las aerolíneas hacen el chequeo de los pasajeros, en la primera planta. También estaba previsto que se construyeran nuevas gradas eléctricas, así como segmentar el flujo de pasajeros para que los que llegan no se encuentren con los que salen, tal como sucede en Panamá, Guatemala y Costa Rica.

En el exterior del edificio se construiría una plaza con jardines para visitantes del aeropuerto y un mirador de cuatro niveles donde hoy está el parqueo para empleados. El primer nivel seguiría siendo parqueo, mientras que en el dos y tres se ubicarían restaurantes y área de juegos para niños, y en el cuarto un mirador. En 2017 se renovaría la fachada principal del aeropuerto. Todas estas obras requieren una inversión de $115 millones de dólares.

Cuando se presentó el plan maestro, la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) anunció que en 2014 iba a obtener los recursos para financiar esta primera etapa de ampliación, con el fin de que los trabajos iniciaran en enero de este año. Los recursos se obtuvieron parcialmente, sin embargo, a la fecha, el Gobierno aún no decide por cuál esquema optará para financiar la ampliación, por lo que a pesar de tener los fondos las obras simplemente no han iniciado. 

En su última visita al aeropuerto, el vicepresidente y comisionado para la inversión, Óscar Ortiz, aseguró que el Gobierno trabajará en la definición de tema este año: “Estamos preparando todas las condiciones en el transcurso de este año para presentar un modelo, el modelo de gestión, el modelo de financiamiento y en el más corto plazo comenzar las operaciones de ampliación”, declaró. Ortiz afirmó que la apuesta es que el aeropuerto internacional sea, después del aeropuerto de Tocumen, en Panamá, el más competitivo de la región, en sus palabras: “Estamos preparando el proyecto para ampliar las operaciones de nuestro aeropuerto y convertirlo en uno de los dos centros más fuertes, más completos en toda la región después de Panamá”. Excelentes ideas y buena intención, pero a la fecha no se percibe que la administración de CEPA haya encontrado el camino para llevar a la práctica tan buenas ideas de la administración central.

El problema es que en nuestro aeropuerto “Monseñor Óscar Arnulfo Romero”, lo único que despegan son los aviones, no así las obras: La decisión sobre cómo financiar el proyecto que es un primer paso básico e ineludible de toda obra de tal magnitud, aún no ha sido definida, ya que se continúan haciéndole “ajustes” al plan maestro. Además, antes de comenzar los trabajos, se deben de licitar los estudios de pre factibilidad, factibilidad y los diseños de la expansión del aeropuerto, respecto a lo cual, a la fecha, no consta en la página web de la institución que se hayan definido las bases de licitación.

La infraestructura hace ratos sobrepasó su capacidad en cuanto a la atención de pasajeros. Con las remodelaciones hechas a finales de los años noventa –dentro de los vilipendiados “veinte años de ARENA”–, su capacidad llegó a los 1.6 millones de pasajeros, pero solo el año pasado la infraestructura recibió a 2,4 millones de personas. Para 2015, CEPA espera 2,6 millones de pasajeros. Si el plan de ampliación se lleva a cabo, la terminal podrá recibir a 6.6 millones de transeúntes hacia 2032, aunque a corto plazo se buscará atender a 3 millones.

La aerolínea Avianca ubicó su centro de conexiones regional en este aeropuerto, trasladando sus operaciones desde San José, Costa Rica. Estuardo Ortiz, vicepresidente ejecutivo de Avianca, comentó en 2014 a un rotativo nacional, que la compañía desea agregar más vuelos al “hub” de El Salvador, pero señaló que “es muy importante que en el país se generen las condiciones adecuadas”, las cuales, hoy por hoy, nuestro otrora moderno aeropuerto, ahora simplemente no cumple. 

Lo vital del Aeropuerto Internacional de El Salvador no es su nombre, sino su infraestructura. Recordemos que es lo primero que ven al llegar los inversionistas y las primeras impresiones cuentan. Mientras en Costa Rica los reciben con cuartetos de violines y pisos alfombrados, nosotros los recibimos en un aeropuerto que más parece un centro comercial del tercer mundo, que la principal terminal aérea de una “economía emergente”.

Ahora que ya pasó la campaña política, los ciudadanos podemos hacer señalamientos sin que sean considerados como orquestados en el marco de una “campaña sucia”, ya que lo único que queremos al señalar problemas que todos notamos, es urgir a las autoridades a que éstos se solucionen, ya que al final del día, el desarrollo del aeropuerto redundará en un beneficio no solo de las autoridades, que se verán mucho mejor en su desempeño y eficiencia, sino en el de todos los salvadoreños y extranjeros que utilizan sus instalaciones y es que el progreso de El Salvador, simplemente no tiene color político, es para el beneficio de todos. 

*Colaborador de El Diario de Hoy.