El cuarto Rey Mago

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El Salvador, disputando el partido ante Zimbabue; en suelo africano

/ Foto Por Archivo

Por Por Mario Gilberto González*

2015-01-03 5:00:00

La tradición cristiana enseña que los primeros gentiles o no judíos en adorar al Niño Dios eran tres Magos que además eran potentados y podrían ser hasta Reyes en sus regiones en Oriente.

¿Por qué Reyes y por qué tres? Por las antiguas profecías sobre el Mesías decían que los Reyes llegarían a adorarlo con una multitud de camellos de Madián y Efá y el Evangelio dice que le llevarían oro, incienso y mirra.

Pero realmente el tres es un número simbólico y pudieron haber sido muchos más.

Hace un tiempo tuve la oportunidad de visitar la tumba de lo que, según la tradición, son los restos de los Reyes Magos en Colonia, Alemania, lo que fue la última frontera del Imperio Romano en el norte de Europa.

Los restos, que se encuentran en un cofre en la colosal Catedral gótica de Colonia, fueron llevados allí por el Rey Federico Barbarroja.

Algunas leyendas dicen que eran cuatro Magos y que el último quedó rezagado, pero no perdió la oportunidad de adorar a Jesús. La causa del retraso fue porque fue víctima de un asalto, le mataron a su hija y no tuvo más que ofrecer al Niño Dios una rosa que la joven le dejó antes de morir.

Pero más allá de la formidable hazaña de estos hombres de venir de tierras lejanas en busca del Hijo de Dios, sólo guiados por la Estrella de Belén, los detalles como el número, dónde murieron, dónde están sus restos, sus nombres, son importantes pero no tan esenciales como el significado de la visita de que el plan de Redención de la humanidad es universal.

Y es aún más crucial cómo nosotros podemos cada día imitar su ejemplo en la búsqueda de la verdad y la justicia, sin entrar en componendas con los Herodes modernos que sólo buscan la destrucción de los hijos de Dios.

Nosotros podemos convertirnos en ese cuarto Rey Mago en la búsqueda de la verdad y de preservar los principios y valores de la humanidad, la solidaridad y el bien común.

Para ello no es necesario hacer grandes campañas o cruzadas, sino sólo con pequeños esfuerzos en el día a día con nuestros hermanos, amigos, parientes, compañeros de trabajo, con propios y extraños.

Esa es una forma de honrar a Dios y encontrar la verdad, desterrando la envidia, el egoísmo, las murmuraciones y la mezquindad en nuestros ambientes.

Los políticos bien podrían aprender del ejemplo de los Magos para realmente sacar adelante al país y no sólo servirse de él, como los conquistadores romanos en las regiones de Palestina desde donde brilló la Luz.

Haciendo a un lado sus diferencias teológicas y doctrinarias, los ministros de diferentes credos también están llamados a ser promotores de una nueva Epifanía, que lleve a la humanidad al encuentro con su Creador.

Los gobernantes tienen el reto de ser visionarios como los Reyes Magos y emprender grandes proyectos en favor de la población y evitar caer en la tentación de la comodidad y la mezquindad como Herodes, llamado en su tiempo El Grande, aunque nada tenía de eso.

Y nosotros tenemos que ese cuarto Rey Mago que llegó después, para ofrecer nuestra fe y nuestro sentido del deber y la solidaridad; debemos desterrar el egoísmo y dejar de juzgar por apariencias, pero también tener la suficiente visión para detectar a quienes quieren engañarnos con falsas promesas.

El reto es seguir la Estrella de nuestros sueños y aspiraciones por nosotros, por nuestras familias y por nuestro país.

*Editor subjefe de El Diario de Hoy.