La libertad no es absoluta

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El jugador de la Sub 20 de Estados Unidos  Rusell Canouse disputa el balón contra José Villavicencio de El Salvador.

/ Foto Por Foto/ CONCACAF

Por Por Teresa Guevara de López*

2015-01-24 6:00:00

El mundo entero ha condenado el salvaje atentando contra Charlie Hebdo, y la irracionalidad de matar en nombre de Dios, aunque los responsables del atentado hayan estado hartos de las ofensas del semanario hacia Mahoma. Para nosotros los cristianos, la única manera de responder a las caricaturas sacrílegas contra la Santísima Trinidad y la Santísima Virgen, ha sido desagraviando, perdonando y rezando por los responsables.

El rechazo mundial a la salvaje reacción musulmana con la frase “Je suis Charlie”, ha sido en defensa de la libertad de expresión y del derecho a expresar nuestro pensamiento, en las sociedades donde impera la democracia. Sin embargo, ningún derecho permite pisotear los derechos de los demás.

En un interesante artículo, don Sigfrido Munés, rechaza frontalmente la matanza, aunque califica el trabajo caricaturesco del semanario como mal uso de la libertad de expresión, ya que Charlie Hebdo se había convertido en una ametralladora suelta, que disparaba para todos lados, sin importarle lastimar a sectores sensibles y sociedades multiculturales. No puede llamarse libertad de expresión, la de quienes ofenden groseramente los principios y símbolos de personas con creencias distintas a las suyas. Aunque posiblemente los responsables de las caricaturas, no hayan tenido ningún tipo de creencias.

Todos disfrutamos del privilegio de la libertad, y la defendemos con alma, vida y corazón, como uno de los tesoros más valiosos recibidos de Dios, de ese Dios que los caricaturistas se han atrevido a ofender. Pero si la libertad no es absoluta, porque de serlo sería libertinaje, y tiene sus límites en la libertad de los demás, también los tiene la libertad de expresión en la obligación de respetar la dignidad y creencias de los otros y sus derechos fundamentales.

El periodista Luis del Pino, en editorial publicado en Libertad Digital, calificaba las viñetas antimusulmanas del semanario como basura islamófoba y ponía como ejemplo, el caso hipotético de que existiera una publicación que dedicara caricaturas extremadamente ofensivas y humillantes contra la comunidad homosexual, celebrando los ataques y asesinatos a sus miembros. La libertad de expresión no incluiría el derecho a inculcar el odio, ni hacer público escarnio de esas personas, cuyo derecho a su preferencia sexual, hoy tanto se defiende.

Si es delito de difamación realizar publicaciones o declaraciones que se consideren ofensivas y atentatorias contra el honor de las personas, (Mauricio Funes demandando a dos diputados) ¿por qué se permite atentar contra las creencias, y los símbolos más venerados por ellas? Algunos opinan que no se tipifica como delito porque no va dirigido contra una persona, y no puede incluirse en ninguna ley, aunque todos sabemos que no todo lo que permiten las leyes es moral, como el aborto o la mutilación femenina legalizados en muchos países.

Lamentablemente los países del Viejo Continente han olvidado que antes de llamarse Europa, se denominaban “la cristiandad” y este rechazo a sus raíces y valores cristianos los ha llevado a una extrema tolerancia del islam, aceptando sus costumbres y dejándose imponer criterios radicalmente opuestos a la cultura occidental. Se cumple así la frase de Gustave Thibon: “Quitad a un árbol sus raíces y será juguete de todos los vientos”. Algunos países como Holanda y Rusia están ya restringiendo esa pseudo libertad, que ha dado lugar a verdaderos abusos.

Al condenar el asesinato irracional de los periodistas autores de las injuriantes caricaturas, me viene a la mente una frase de mi abuela, que tal vez en mi infancia no terminé de comprender: “El que escupe hacia el cielo, en la cara le cae”.

* Columnista de El Diario de Hoy