El huevo podrido y los buenos oradores de la seguridad pública

descripción de la imagen
Criminólogo forense advierte no mandar a jóvenes solos al centro de San Salvador

Por Por Carlos Ponce*

2015-01-27 5:00:00

El Salvador, lastimosamente, está ante una coyuntura crucial que, de ser abordada de forma errónea, puede condenar al país a una crisis delictual mucho más profunda que la que hasta ahora se ha experimentado. El actual presidente, Salvador Sánchez Cerén, aceptó inequívocamente, hace unas semanas, que el gobierno de su antecesor, Mauricio Funes, negoció con los principales cabecillas de las pandillas que operan en el territorio nacional. Aunque existe una clara intención del Ejecutivo por distanciarse del pacto propiciado anteriormente, fuertes indicadores sugieren que detrás del telón se ha concretado un nuevo acuerdo con las estructuras criminales.

El dieciséis de enero de este año, el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Benito Lara, durante declaraciones ante medios de comunicación, trató de dar la impresión que su administración había empezado a trasladar a las cúpulas de mando pandilleras al penal de máxima seguridad, revirtiendo así una de las concesiones centrales de la negociación iniciada por el gabinete de seguridad de Funes. Ese día marca un punto de inflexión en las estadísticas, en el que se observa una notable y drástica reducción en la cantidad de homicidios. Rodil Hernández, director general de Centros Penales, secundó en varias ocasiones, en días subsiguientes, las declaraciones de su jefe.

El promedio diario de asesinatos, después del dieciséis, se redujo a la mitad, pasando de aproximadamente catorce a siete. El subdirector de la Policía, Howard Cotto, uno de los más hábiles oradores de la corporación, no perdió tiempo en jactarse en las redes sociales de los cero homicidios que se registraron el veintidós de enero, unos cuantos días después del anuncio que hiciera Benito Lara.

Las posturas de estos tres funcionarios, todos bendecidos con un don de oratoria impresionante, fueron resquebrajadas como cuando se rompe el cascarón de un huevo podrido, dejando expuesto el desagradable y pestilente contenido que esconde. Primero, Luis Martínez, fiscal general de la República, desmintió que los cabecillas pandilleros hubieran sido trasladados al penal de máxima seguridad. Incluso le solicitó a Lara que lo hiciera. Segundo, Raúl Mijango, oscuro personaje que sirvió como intermediario entre el gobierno y las pandillas durante la negociación del gobierno de Funes, apareció en diferentes medios de comunicación celebrando que la reducción de la que se jactó el comisionado Cotto fue propiciada por las estructuras de mando pandilleras, en el marco de un segundo acuerdo con las autoridades.

Mijango, desde el protagónico y visible rol que jugó durante “la tregua” de David Munguía Payés, exministro de Justicia y actual de Defensa, había mantenido un perfil bajo. Muchos asociaban la reducción de sus apariciones públicas a la investigación de la Fiscalía en torno a su papel en el pacto con las pandillas. No obstante, ha vuelto a figurar en programas televisivos y radiales en esta coyuntura, con un semblante vigorizado, como que si gozara de los mismos beneficios y protección que recibió bajo la gestión de Funes y Munguía. Muy diferente a cuando asistió al citatorio fiscal.

Es indignante que el país tenga funcionarios públicos que mientan con tanta facilidad a la ciudadanía. Muy buenos oradores, pero con una brújula moral totalmente distorsionada. La historia, sin embargo, también recordará de la misma forma a aquellas personas de la sociedad civil, representantes de oenegés, diplomáticos y autoridades de organismos multinacionales que se prestaron, por ignorancia o motivados por intereses mezquinos, a iniciativas gubernamentales utilizadas de fachada por los funcionarios para esconder o justificar sus oscuros pactos, pasados y actuales, con estructuras criminales. Son pocos y desnutridos los reclamos públicos que hasta el momento se han escuchado después de que, en teoría, se reveló que fueron presuntamente engañados y que el Gobierno en realidad le apostó a negociar con delincuentes. Aún guardo la esperanza que algunas de estas personas reclamen y denuncien a todo pulmón los acuerdos con grupos delictivos.

*Criminólogo.

@cponce_sv