Cristo, el Mesías

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elsalvador.com

Por Por Carlos E. Mena Guerra*

2014-12-23 6:00:00

“Cristo”, título griego traducido del hebreo Mesías, ambos significan “Ungido”, Rey o Sacerdote signado con óleo santo.

Todos conocemos la historia de Jesús, al menos 60 % de la población mundial, y cada año se escribe en estas páginas acerca de la Navidad, la Natividad o Nacimiento del Mesías niño… ¡esto es bueno!, pero mejor es aún estar dispuestos a vivir el resto del año, acorde a las enseñanzas de ese hijo de Dios…, Dios mismo hecho hombre, enseñanzas escritas con mucho detalle en los evangelios de la Biblia.

El nacimiento de Jesús, sin duda alguna, es una realidad trascendental, de capital importancia para toda la humanidad, aceptada mayormente por la comunidad cristiana. Sin embargo ese nacimiento sobrenatural fue sólo el inicio de toda esta historia, inicio del cumplimento profético para el cual Jesús fue comisionado. Entre mucha de las enseñanzas y cátedras claves que Jesús impartió cuando adulto, durante su ministerio, y que permanece vigentes, trata sobre el tema de la “vana manera de vivir”, entendiéndose por vana aquello falto de propósito, inútil, infructuoso o sin efecto, que no tiene fundamento o razón de ser; sin servir a los demás y mucho menos al propósito de Dios para la humanidad.

Estas enseñanzas fueron dirigidas por Jesús a personas comunes como pescadores, mercaderes, pastores de ovejas, amas de casa, carpinteros, panaderos, adolescentes y ancianos. Pero también las dirigió a personas notables como escritores, sacerdotes, cobradores de impuestos y gobernantes, porque todos necesitaban escucharlas. Pero por supuesto que el mensaje supremo de Jesús versó sobre la Salvación del ser humano, fundamentada en la fe.

En esta época de Navidad, es propicio recordar el milagro de la concepción y el nacimiento del Mesías, del niño Jesús; pero es aún más propicio autoevaluarnos sobre esa manera de vivir, preguntarnos si es vana o no.

Si así fuera, podemos aún corregir y procurar “amarnos unos a otros, como a nosotros mismos”, servirnos mutuamente; actitud que traería enormes resultados benignos, positivos a las familias, en el trabajo, la comunidad y al país. Surtiendo efecto esto para el “hombre común” como para el “notable”, porque los mensajes de Jesús no hacen acepción de personas, él nos entregó un mensaje de arrepentimiento genuino, de reconciliación, primeramente con Dios y consecuentemente con todas las demás personas.

Feliz nacimiento del Cristo, el Mesías, ese niño que creció, se hizo adulto y que vino para salvarnos de nosotros mismos, que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén.

* Colaborador de El Diario de Hoy.