Un cuba libre, por favor

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elsalvador.com

Por Por José Miguel Arévalo Rengifo*

2014-12-25 6:00:00

Mi esposa me concedió que para nuestra luna de miel, hiciéramos realidad uno de mis más grandes anhelos: tomarme un cuba libre en la Cuba comunista de Castro, bloqueada durante más de 50 años por los Estados Unidos. Fue más fácil convencerla luego de recordarle que sería un viaje de regreso en el tiempo, a la década de los 60’s. A tan solo diez días de nuestro regreso, Obama dio su histórico discurso, anunciado que la política de los Estados Unidos hacía la isla cambiará drásticamente.

Habíamos dado cuatro pasos desde nuestro hotel en La Habana, cuando se nos acercó el primer cubano. Muy sonriente, ofreció enseñarnos la ciudad, a cambio de un mojito. Caminamos por las limpias y seguras calles de La Habana hacia una casa de cambio oficial, en donde reemplazamos nuestros euros por pesos convertibles (una moneda creada para los turistas, para sacar del mercado los dólares y cualquier otra moneda extranjera), y luego fuimos a comer a un paladar, uno de esos comedores que los cubanos tienen en sus viviendas de arquitectura clásica, que aunque en ruinas, son dignas de fotografiar. Al preguntarle, nos contó acerca de la vida en la isla y del salario promedio de los cubanos, que ronda el equivalente a 20 dólares mensuales, con excepción de los médicos, que ganan el doble.

En la noche, fuimos con mi esposa al hotel más emblemático de Cuba, el Hotel Nacional, a presenciar uno de los mejores cabarés de la isla, en el cual pudimos apreciar el enorme talento artístico de Cuba. No dudo que en otro país, esos artistas serían famosos y muy ricos. Al día siguiente, tomamos el desayuno en nuestro hotel, que como todos, pertenece al Estado, pero es administrado por una cadena europea (en Cuba han logrado comprender el concepto de asocios público privados mejor que algunos políticos en El Salvador). Servían una comida buffet que por su gran diversidad y abundancia, no puede comparársele con la de ningún hotel en El Salvador. Nos impactó ver cómo los meseros cubanos, al pensar que nadie los veía, tomaban comida y la escondían en alguna gaveta, seguramente para luego llevarla a sus casas.

Al día siguiente, tomamos un taxi convertible de 1957, propiedad del Gobierno, y nos dirigimos a la imponente Habana Vieja, el centro histórico de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aproveché, nuevamente, de conversar con los cubanos. Todos me iban confirmando los mismos datos: que la ración mensual del Gobierno, que comprende 5 libras de arroz, 4 libras de azúcar, unos 5 huevos, algunas onzas de frijoles y _ de aceite, no dura ni 2 semanas; que la carne y el Internet son un lujo inasequible; que les caía mejor Fidel que Raúl (aunque nunca votaron por ninguno de los dos), y que tienen temor de pronunciarse públicamente en contra del Gobierno. A nadie le gusta pelearse con el cocinero, y en Cuba, el Gobierno cocina para todos.

Le comenté a un cubano que en mi corta estadía, había aprendido a valorar más las libertades que en El Salvador damos por sentadas, como la libertad de elegir a nuestro presidente, la libertad de expresión y la libertad de ver, leer y oír lo que se me da la gana. Él me respondió con una frase que jamás olvidaré: “chico, hay dos cosas que todo hombre necesita para vivir: la libertad y la comida. En Cuba, no tenemos libertad y tenemos hambre”.

El camino hacia las paradisíacas playas de Varadero fue impresionante: amplios bulevares libres de baches, con jardines centrales llenos de flores. Los guías turísticos hablan hasta 4 idiomas y la masajista del hotel era en verdad psicóloga. Le expliqué a un cubano que en El Salvador, el promedio de escolaridad ronda hasta el sexto grado, y que me preguntaba a mí mismo si era mejor ser humilde e ignorante, que humilde y educado pero frustrado, por estar tan preparado y no tener una oportunidad de superación. Me contestó que a su juicio, ser humilde e ignorante debía ser como un doble castigo de Dios, ya que todos merecemos tener una buena educación, sin importar nuestra condición social.

Compartimos con los cubanos que el bloqueo de los Estados Unidos hacia la isla es una política fallida, que no ha afectado al Gobierno, sino al pueblo que no necesariamente comparte la política de los Castro. Todo lo contrario, el embargo ha favorecido al Gobierno cubano durante décadas, ya que lo utilizan como excusa para todos sus males, y así lo dicen en los noticieros televisivos: “Cuba logró exportar tanto durante el año. Ello, a pesar del bloqueo de los Estados Unidos…”

Una puerta no se abre cerrándola, y la única forma de abrir a Cuba es abriéndole las puertas al mercado y a la tecnología. Desde que Obama reconoció en 2009 que la política hacia Cuba había fracasado, se han dado importantes cambios en la isla, con más de 300 reformas económicas que ahora permiten mejores ingresos a los cubanos. Por eso es que la noticia dada por Obama me alegra tanto. Me da esperanzas de que más pronto que tarde, ese pueblo con enorme potencial tendrá las oportunidades que ha esperado por décadas. Yo celebré esa noche. Por supuesto, con un cuba libre.

* Abogado. Colaborador de El Diario de Hoy.