El petróleo impulsa giro político crucial

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Por Por Eduardo Torres*

2014-11-04 5:00:00

Se profundiza la crisis en los Estados petroleros.

Según la revista británica “The Economist”, la caída de los precios del petróleo deja “muchos ganadores y pocos grandes perdedores — “Many winners, a few bad losers”–, pues los países más vulnerables ante el abaratamiento del petróleo son Venezuela, Irán y Rusia. El primero que se puede desplomar, señala la publicación, es Venezuela, hogar de la antiestadounidense “Revolución Bolivariana”, por la simple razón de que el presupuesto de esa nación fue hecho con la idea de que el barril de petróleo valdría 120 dólares, cuando se encuentra en este momento alrededor de los $80, con tendencia a bajar más.

Esta caída de precios le llega al régimen de Maduro cuando se la veía ya a palitos para intentar honrar sus deudas; cuando sus reservas internacionales se le agotan; cuando la galopante inflación se le ha hecho indetenible y sufren los venezolanos una generalizada escasez de productos que van desde la canasta básica hasta el papel higiénico. Bien lo dijo un ministro chavista, que ante la falta de champú para cabello que prevalece en esa desdichada nación, que “en honor de la revolución, eviten lavarse el pelo”. La dolce vita de los boliburgueses mientras tanto, y de los hijos de los mandamases de la “revolución”, continúa hasta ahora con absurdas excentricidades.

En este escenario, me parece relevante el hecho de que la primera visita de Estado del presidente Salvador Sánchez Creen haya sido a México, nuestro hermano latinoamericano mayor. Tanto México como Venezuela nos apoyaron como región centroamericana durante la conflictiva década de los años Ochenta, al brindarnos precios preferenciales de petróleo bajo “el Acuerdo de San José”, sin alineamiento de por medio.

México junto a Colombia, Perú y Chile forman en la actualidad la “Alianza del Pacifico”, grupo con economías crecientes por la sensatez de sus políticas de economías abiertas, lo cual les da presente y futuro al no haber dependido, como otros en la región, de lo que fue el boom de los “commodities”.

Los países que forman la “Alianza del Pacifico” apoyan a la vez la convivencia democrática, los necesarios pesos y contrapesos que se requieren en la sociedad para dirimir las diferencias entre sus conciudadanos. Convivencia democrática basada en el uso de las libertades individuales, donde impera y florece el Estado de Derecho, modelo sensato y radicalmente distinto al totalitarismo que han venido apoyando los países que cayeron bajo la égida chavista en boga durante la década anterior y principios de la actual. Irónicamente, se queda sin gasolina el “Socialismo del Siglo XXI”. Quizá con la excepción, por asunto de supervivencia, del combustible que continúa recibiendo Cuba.

Ante ello, ¿qué hacer en países como el nuestro donde la inmensa mayoría de nosotros jamas quiso vivir en un “modelo” como el que ahora se desgrana en Venezuela? Pues deberíamos buscar lo sensato, lo que está comprobado que funciona, y lejos de dejarnos llevar por el autoengaño o la fantasía de algunos, hacer lo necesario para intentar sacar adelante a nuestro país. Por la razón que sea, de aceptación de la realidad o por convicción, lo adecuado es establecer el clima apropiado para la búsqueda de inversión, que genere trabajo y dinamice la economía ya que sin crecimiento económico no salimos. Allí están a la espera nuestros tradicionales socios comerciales.

Los apoyos seguramente vendrán si con sinceridad se llegara a buscar esta hoja de ruta –que debería también abarcar el logro de acuerdos básicos tanto en el tema seguridad como en el del fortalecimiento institucional — y de percibirse sinceridad en que será este el rumbo, sin madrugones ni paquetazos.

Que no quede duda de ello ya que El Salvador lo apremia.

*Director Editorial de El Diario de Hoy.