La Cortina de Acero

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Honduras estará en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en la disciplina de fútbol. Foto EDH 

Por Por Ricardo Avelar*

2014-11-13 5:00:00

En 1971, la estación radial WTAE abrió un concurso para encontrar el apodo a la mejor defensiva que el fútbol americano jamás haya visto: la de los Acereros de Pittsburgh en la década de los setenta. Gregory Kronz, un adolescente en esa época, decidió probar suerte con la Cortina de Acero, una apología a una defensiva que no permitía yardas y un símil con lo rígido de la Cortina de Hierro, detrás de la cual residía la hermética Unión Soviética.

Esta defensiva inspiraba, cuando menos, un poco de terror. Los tacles defensivos “Mean” Joe Greene y Ernie Holmes se complementaban con las alas defensivas L.C. Greenwood y Dwight White, para no permitir avance alguno. Y si algún valiente osase cruzar esta línea, les esperaba el “Drácula en zapatillas”, Jack Lambert, cuyas maniobras defensivas daban casi tanto miedo como su rostro.

Sin embargo, el punto de este texto no es hablarles del punto más alto al que pudo haber llegado cualquier equipo de fútbol americano, aunque claramente lo fue. Quien me conoce sabrá que además de un ávido fanático del negro y amarillo de los Acereros, soy un enamorado de la libertad y su defensa. El objetivo de estas líneas es preguntarnos qué podemos aprender en nuestra vida diaria del pensamiento estratégico de una defensiva de fútbol americano. ¿Qué lecciones podemos tomar quienes defendemos la libertad, por ejemplo?

Primera lección: la amenaza es constante. En un partido de fútbol americano y en la vida diaria, hay quienes desean avanzar, ya sea para anotar puntos o para coartar nuestras libertades y se las ingeniarán para romper nuestros esquemas defensivos, encontrando formas creativas de confundirnos. Si uno de sus intentos fracasa, debemos estar seguros que habrá más y necesitamos tener el talante, la fuerza y la voluntad de volvernos a levantar y estar listos para una nueva batalla.

Segunda lección: debemos anticiparnos. El éxito de una defensiva en fútbol americano no consiste en aprender a embestir bien, sino en constituirse como una pequeña unidad de inteligencia y pensamiento estratégico, capaz de predecir comportamiento futuro. Asumir que los ataques a nuestras libertades vendrán siempre de las formas usuales es ser ingenuos. La eterna vigilancia de nuestras libertades, como decía Jefferson, implica conocer al rival, analizarlo y nunca, por pequeño que parezca, subestimarlo.

Grandes partidos de fútbol americano se han perdido por permitir avances cortos y constantes. Justamente como nuestras libertades.

Tercera lección: recursos. Toda defensiva y todo activista de la libertad debe entender que con recursos limitados, lo importante es fortalecer un rol en particular y explotar al máximo esas habilidades para encontrar debilidades en el adversario. Un equipo exclusivamente formado de académicos fracasará en la defensiva liberal, y un equipo despreocupado de las ideas y simplemente comunicador cederá ante las presiones de la popularidad ante la consistencia.

Es sólo mediante la combinación de diferentes habilidades como se puede defender eso que es tan preciado para nosotros.

Cuarta lección: caballerosidad. Es hermoso ver cómo en el fútbol americano, tras una tacleada fuerte, el defensivo ayude a su adversario a ponerse de pie. Su objetivo no es destruir a la persona, sino entorpecer su idea de avanzar. Los liberales no somos enemigos de las personas, sino de las las ideas del autoritarismo. Atacar personas es un símbolo de torpeza. Defender nuestras posiciones con firmeza pero caballerosidad es un pilar básico del éxito.

Última lección: No se puede vivir de viejas glorias. Aunque la Cortina de Acero fue un hito histórico, sus protagonistas están ya retirados y no podemos seguir dependiendo de ellos para nuestro éxito. La defensa de la libertad requiere una constante formación, un empoderamiento de nuevos líderes y una cadena de traspaso de conocimiento sin parar.

De la Cortina de Acero tenemos muchísimo que aprender, tanto para el deporte más hermoso del mundo como para la labor más noble que un humano puede emprender, al menos a mi forma de ver, la defensa de la libertad.

Otro día hablaré de la ofensiva.

*Colaborador de El Diario de Hoy.