La total incertidumbre

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elsalvador.com

Por Por Marvin Galeas *

2014-11-26 5:00:00

Hasta finales del Siglo XIX parecía que los científicos, los filósofos y los teólogos tenían más certidumbres que dudas sobre el origen de la vida y el universo. La física clásica de Newton y la Geometría de Euclides hacían posible explicar el universo mediante elegantes ecuaciones matemáticas que cualquiera con mediana inteligencia y educación, al aplicarse un poquito, podía entender.

Por otra parte, Charles Darwin hizo de la teoría de la evolución casi una verdad inapelable, a tal punto que se convirtió por mucho tiempo en el mejor argumento de los ateos. Los religiosos no se daban por vencidos y se mantenían fieles a sus principios de acuerdo a cada creencia.

Todo estaba explicado para la ciencia. Bueno, casi todo. Sólo había un par de cositas que los científicos no lograban entender. Ambas estaban relacionadas con la ley de la gravitación universal y la teoría electromagnética. En 1900, justamente comenzando el nuevo siglo, el físico alemán Max Planck anunció una nueva hipótesis. Dijo que la radiación electromagnética es absorbida y emitida por la materia en forma de cuantos de luz o fotones de energía. Digamos que con ese enunciado nació la mecánica cuántica o física cuántica.

No pretendo en esta pequeña columna explicar tan intrincada rama de la física. Ni los propios físicos especialistas podrían hacerlo en cien volúmenes. Esta relativamente nueva rama de la ciencia plantea más preguntas que respuestas.

En realidad los experimentos realizados en el mundo subatómico que es el reino de la física cuántica , la teoría del Big Bang y la teoría de la relatividad de Einstein, en las primeras décadas del Siglo XX acabaron con la certidumbre que daba a la humanidad la física clásica, la teoría de la evolución de las especies y las elucubraciones filosóficas más sofisticadas y hasta replantearon algunos dogmas religiosos.

En un experimento llamado de la doble ranura, en el terreno de la física cuántica, arrojó resultados que más bien parecen de ciencia ficción. De acuerdo con ese experimento, al hacer pasar un chorro de electrones por dos ranuras en una lámina, estos proyectan en una segunda lámina o pantalla un diagrama que prueba que el electrón es dos cosas a la vez: partícula y onda. Y no sólo eso sino que puede viajar por todas las rutas posibles al mismo tiempo y que al mismo tiempo puede estar en varios lugares.

Hay cosas más asombrosas todavía. Los electrones se comportan de esa manera “mágica”, por decirlo así, solamente cuando no son observados. Pero cuando alguien los mira o más bien los mide en el momento en que están actuando, estos se comportan de manera “normal”. Al ser vistos son partículas que viajan por una sola dirección y solo están en un mismo lugar al mismo tiempo. De acuerdo con la ciencia, la realidad subatómica es influenciada directamente por el observador.

Otra conclusión asombrosa de la física cuántica es que los átomos de una misma naturaleza están íntimamente relacionados sin importar la distancia que haya entre ellos, ya sea un milímetro o millones de años luz. En las últimas décadas se ha acelerado el desarrollo del mundo cuántico. Algunos de los beneficios que la humanidad ha logrado de estos descubrimientos son: los microprocesadores, los transistores, los microondas, las puertas que se abren ante la presencia de una persona, las operaciones con láser, etc.

Se espera que pronto funcionarán las computadoras cuánticas, que serían infinitamente más veloces que las actuales. El desarrollo de la física cuántica que entre otras cosas plantea que todo está relacionado, en movimiento y que existe más vacío que espacio, según algunos ha acercado, más que alejado, a la ciencia de la espiritualidad.

Muchos de los planteamientos que hicieron hace más de dos mil quinientos años los místicos orientales, los filósofos griegos y los más preclaros teólogos cristianos parecen ser confirmados por esta apasionante rama de la ciencia. Aunque también, hay que decirlo, ha sido la excusa genial para que muchos charlatanes se aprovechen para plantear absurdos como la ya comentada “ley de la atracción”. Ciertamente hoy vivimos en un universo menos predecible para la ciencia pero más asombroso.

* Columnista de El Diario de Hoy.