Habla una salvadoreña que abortó

descripción de la imagen

Lionel Messi, del Barcelona celebra uno de sus dos goles al Elche, en La Liga española en el Camp Nou

/ Foto Por AP

Por Por Julia Regina de Cardenal*

2014-10-08 5:00:00

Desde que el aborto se legalizó en muchos países, han surgido diversos grupos de mujeres que han sufrido daños y que salen de su silencio para que otras mujeres no cometan el mismo error. En El Salvador, “Viñedos de Raquel” acoge a salvadoreñas –quienes también han sido víctimas del negocio del aborto–, apoyándolas para que puedan superar los traumas del síndrome post-aborto.

Comparto con ustedes el testimonio de una de ellas:

“Provengo de una familia disfuncional, mi padre fue alcohólico, muy violento y agresivo. Crecí con muy poca autoestima”.

“A la edad de 23 años salí embarazada. Mi novio me dijo que él se encargaría de los gastos para deshacernos del bebé. En un primer momento me negué pero su insistencia se volvió más fuerte al punto que me amenazó. Me sentí impotente, sin salida, no sabía qué hacer, y por miedo a decírselo a mi familia, al que dirán, accedí y me practicaron el aborto a las cinco semanas de gestación”.

“Esto me marco para siempre. Perdí la poca autoestima que tenía, en mi corazón había un enorme vacío, rencor, resentimiento, angustia, nada me llenaba. Aunque fuera a todas las fiestas y pasara rodeada de gente, siempre estaba vacía y con mucho miedo. Mi vida continuó siendo un desorden, llena de lujuria, alcohol, descuido de mi salud, cada vez me hundía en un abismo sin fin, cayendo en más pecados….”

“El aborto, trae consigo otros pecados, te encadena a otras situaciones como ocultismo, adivinación, estás más vulnerable a satanás y fácilmente vas entregando tu vida a bajas pasiones. Llegué a pensar que yo no valía nada, que no merecía ser feliz, ni casarme con un buen hombre porque me sentía menos que nada”.

“Después de años de no visitar la Iglesia, llegué a una parroquia con una bella imagen de Jesús de la Misericordia. Al verlo me postré y lloré por horas. Le pedí perdón por todas las ofensas que había cometido contra su infinito amor de Padre, sentí una gran necesidad de recibir el sacramento de la confesión. Por un momento sentí temor de confesar el aborto, pero con la ayuda de Dios después de más de 20 años pude recibir su gracia y su perdón”.

“El Señor me devolvió la dignidad de mujer, me sentí nuevamente como su hija amada. Sin embargo yo todavía no me había perdonado el aborto, a pesar de que Jesús sí me había perdonado. Hice un retiro en “Viñedos de Raquel”, llamado, “Sanando las heridas del aborto”. Volví a vivir esas etapas pero de manera diferente, no me sentí culpada, ni señalada, ni por los hermanos, mucho menos por Jesús. Pude hablar con mi bebito y pedirle perdón por haber sido tan cobarde, por no haberlo defendido en mi vientre. Experimenté el perdón y el amor del Señor, porque todos esos años satanás me había tenido pensando que jamás podría salir de la culpa, el dolor, la angustia y el temor que produce el aborto”.

“Jesús lavó mi culpa. Vi que tenía que dar mi testimonio, que el aborto te marca, te ahoga… para que los diputados, sociedad civil, todos defendamos la vida desde el momento de la fecundación. Si no le decimos al mundo esta verdad también nosotros daremos cuenta de los millones de niños que anualmente son abortados en el mundo. Recordemos que somos un país mayormente cristiano. Con mi testimonio pretendo hablar la verdad que el mundo oculta: el aborto te marca para toda la vida, pero sólo en Jesús está el perdón y la paz”.

*Columnista de El Diario de Hoy.