Aplicando la Teoría

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Los atletas que competirán en el “Reto” saben que encontrarán una ruta complicada.

/ Foto Por EDH/Jorge Reyes

Por Por José María Sifontes*

2014-08-29 6:02:00

“Toda conducta es resultado de sus consecuencias”. El anterior es un axioma de la Teoría del Aprendizaje y se conoce también como Ley del Efecto. Resulta difícil entender esta frase al primer vistazo pero si se analiza con detenimiento y se aplica a diversas formas de comportamiento se vuelve no sólo comprensible sino también muy útil. Indica simplemente que las conductas son aprendidas y se producen y mantienen –o desaparecen– de acuerdo a las consecuencias que traen. Si las consecuencias son positivas la conducta tiende a repetirse; si son percibidas como negativas la conducta se extingue.

Las consecuencias positivas se conocen como refuerzos, las negativas como castigos. De acuerdo a la Teoría del Aprendizaje, los refuerzos y castigos modelan la conducta y explican por qué llegamos a ser como somos y a hacer lo que hacemos. Las diferencias en las conductas estriban en que los moduladores se dan y se perciben de manera diferente.

La Teoría del Aprendizaje no sólo explica el comportamiento de individuos y grupos sino que también permite su modificación. No funciona únicamente en la psicología individual y es perfectamente aplicable en otras áreas, como la Criminología, la Sociología y la Economía, para citar unos pocos ejemplos. La verdad es que es aplicable a casi todo.

La Economía es un área que está muy relacionada con aspectos psicológicos, y los fenómenos del aprendizaje son observables en las actividades productivas. Las empresas, los negocios, el comercio, o para que mejor sea dicho los empresarios, los negociantes y los comerciantes están constantemente influenciados por los estímulos del ambiente, que operan como reforzadores o como castigos. Si un inversor arriesga su capital en un negocio y las consecuencias de esta conducta son positivas volverá a invertir, incluso invertirá más. Si las percibe como negativas perderá la motivación y desistirá. Los refuerzos y los castigos influyen en ellos tanto como en todos los demás.

Los incentivos operan como una forma de refuerzo positivo. Tienen efecto catalizador. Existen varios tipos de incentivos. En los negocios el incentivo más importante es por supuesto el económico. Pero también hay incentivos morales y sociales. Un empresario o un comerciante busca obviamente obtener beneficios financieros (para eso emprende su actividad), pero también es sensible a otros, como el prestigio o la consciencia de hacer algo útil a la sociedad, como dar trabajo y fortalecer la economía general.

El destino económico de una sociedad se basa en las decisiones que toman sus individuos. Las decisiones pueden verse como conductas, y por tanto sujetas a sus consecuencias. Los gobiernos no pueden obligar a que un empresario invierta, que un productor agrícola siembre o que un comerciante decida entre un producto u otro. Lo que sí pueden hacer en desarrollar un ambiente en que las consecuencias de estas decisiones (conductas) sean percibidas como positivas. Pueden, psicológicamente hablando, ser reforzadores. Pero también pueden hacer que los emprendedores se desmotiven. La falta de reconocimiento, un ambiente difícil y la supresión de incentivos afecta la productividad al desactivar los factores que la refuerzan.

Si observamos los países que están progresando económicamente y los comparamos con los que están estancados o van en retroceso advertiremos que mucho tiene qué ver la percepción del ambiente y, con éste, la aplicación de elementos que estimulan o disuaden. Si el objetivo es estimular conductas productivas hay que tener en cuenta estos principios que, en esencia, describen un componente importante de la naturaleza humana.

*Médico psiquiatra.

Columnista de El Diario de Hoy.