La democracia interna:La ley de hierro de la oligarquía

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elsalvador.com

Por Por Luis Mario Rodríguez R.*

2014-08-23 5:00:00

Flavia Freidenberg, una reconocida politóloga de la Universidad de Salamanca, nos recuerda en varios de sus trabajos académicos la sentencia que Robert Michells, un clásico de las Ciencias Políticas, pronunció sobre uno de los problemas centrales a los que se enfrentaban los partidos políticos en el año 1911: el de la ley de hierro de la oligarquía. “Un partido nunca será democrático porque en la propia organización está el germen de la oligarquía”. Se trata de un debate que permanece intacto en la mayoría de sistemas políticos del continente y que básicamente critica la falta de mecanismos que promuevan una amplia participación en la toma de decisiones por parte de las bases de los partidos y la concentración de poder en la alta dirigencia.

Una de las herramientas más efectivas para fomentar la democratización de los partidos políticos es la designación de sus candidatos a cargos de elección popular por parte de la militancia. También el nombramiento de sus máximas autoridades bajo ese mismo procedimiento les otorgaría un mayor grado de legitimidad.

Hacer lo contrario, como ya se dijo, contribuye a otorgar excesivos privilegios a los integrantes de las cúpulas partidarias. El desprestigio que afecta a las agrupaciones políticas en la mayor parte de América Latina se debe precisamente a la falta de reformas que impulsen la democracia interna y la participación activa de sus afiliados. Otra de las decisiones en la que convendría la intervención de la base de los partidos es la elaboración de las ofertas programáticas. Una discusión seria y responsable sobre las diversas áreas de los programas de gobierno, permitiría que los institutos políticos presentaran una serie de propuestas apegadas a la realidad y a las necesidades locales de las distintas zonas del país.

Las reglas generales para la celebración de este tipo de procesos electorales al interior de los partidos deberían incluirse dentro de la respectiva legislación. No se trata de obligarlos a utilizar uno u otro tipo de mecanismo sino de garantizar la transparencia de cada una de las etapas que orientadas a la elección de los candidatos. En todo caso, la ley puede indicar una serie de mecanismos que pueden ir desde las “elecciones internas cerradas” en las que únicamente votan los militantes inscritos en el padrón del partido, hasta las “elecciones internas abiertas”, en cuyo caso se permite que todos los habilitados a votar, inscritos en el registro electoral, participen en la elección de los respectivos candidatos.

También es importante la intervención de la autoridad electoral en el conteo de los votos que obtenga cada uno de los candidatos. De esta manera los resultados cuentan con un respaldo que dificulta cualquier acción que intente deslegitimar el escrutinio final. Un efectivo ejercicio de este tipo de procedimientos, además de proyectar al partido y presentarlo como una entidad que no solo demanda democracia sino que también la practica internamente, promovería la figura de los elegidos y les permitiría a éstos y a los estrategas de campaña medir el nivel de apoyo ciudadano con el que cuenta el aspirante a la presidencia, a la alcaldía o a la diputación según el caso, entre los miembros del partido y a nivel general.

El principal partido de oposición política celebra este día la elección de los candidatos a diputados en los catorce departamentos del país. Este ejercicio democrático se distancia de los anteriores procesos en los que el mecanismo de votación fue el de “mano alzada”. Una mano que debía levantarse en presencia de los integrantes de la cúpula del partido o de los representantes que éstos designaran para que los representara en cada uno de los colegios electorales. Una mano que de levantarse por el candidato equivocado lo condenaba al ostracismo al interior del partido. Una mano que al apuntar hacia el aspirante “bendecido” llevó al partido a la derrota electoral en las elecciones de 2009. Probablemente el resultado habría sido el mismo con cualquier otro de los precandidatos que compitieron en esos comicios. El cambio palpitaba en los corazones de cientos de miles de salvadoreños y el desgaste de veinte años de gobierno dificultaba la reelección para un quinto período presidencial. Sin embargo la transparencia del proceso podría haber mitigado los efectos de la pérdida del poder.

Hoy los miembros del principal partido de derecha elegirán a través del voto secreto al candidato de su predilección. Ciertamente falta mucho para que el proceso que inauguran este día se pueda calificar de una elección interna seria y efectiva, que cumple con los parámetros señalados en los párrafos anteriores. Sin embargo, esta acción representa un gran avance democrático para el partido y para el sistema político en general. La aspiración es que esta evolución se “viralice” y se adopte en el futuro por el resto de agrupaciones políticas.

*Columnista de El Diario de Hoy.