La gran estafa

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Marlon Cornejo, de Santa Tecla, domina el balón ante la marca de Otoniel Carranza, de la UES

/ Foto Por Douglas Urquilla

Por Por Guillermo Guido*

2014-08-24 5:00:00

Falta poco para que se cumplan los primeros 100 días del actual gobierno, con un presidente perteneciente a la comandancia y a la ortodoxia del partido comunista FMLN… y la situación sigue de mal en peor.

Se desarrolló una maquinaria propagandística millonaria, para meter en la cabeza de los salvadoreños, que los gobiernos de ARENA fueron los culpables de todos los males que azotaban al país; a continuación se insistió que un nuevo gobierno “del cambio” sería la solución de los problemas y la crisis, para luego pasar a vivir una nueva era de abundancia y de tranquilidad.

Cuando llegó el gobierno anterior con un enorme cargamento de promesas y con la mitad de los ciudadanos en contra, el flamante presidente se dedicó a atacar desde el primer día a toda la oposición política, a todos los empresarios y a todos aquellos que se atrevían a criticar sus actos y sus desórdenes e irresponsabilidades personales.

Lo curioso fue cómo el mismo gobierno por medio de su aparato de comunicaciones, se encargó de descalificar a todos los que señalamos desde un principio la incapacidad y la personalidad confundida del presidente y de varios de sus funcionarios y asesores y de esta manera, restar importancia a las advertencias. Al principio se dijo que en 100 días un gobierno no puede hacer nada, después se argumentó que un año o dos de gobernar no son suficientes para poder enfrentar los enormes problemas que vive el país y a los cinco años de gobierno, salieron con “la frase olímpica” de que no podían arreglar lo que la derecha había provocado en 20 años. Total, no hicieron absolutamente nada bueno por el país, simplemente porque no tenían la capacidad ni los conocimientos para gobernar, evidenciado precisamente porque ni siquiera pudieran elaborar un plan de gobierno.

Lo del cambio sólo fue una gran mentira para ilusionar a las grandes multitudes y entusiasmar a algunos empresarios que recibieron financiamientos de parte de Alba Petróleos. Al terminar los cinco años de gobierno, el país quedó hundido en una crisis económica interminable, con una deuda de más de 15,000 millones de dólares que representa el 62% del PIB, aunque analistas más detallistas aseguran que es el 77% (el gobierno dice que es el 58%, otra mentira más).

Después de unas elecciones muy reñidas y muy cuestionadas por la actuación del gobierno, del FMLN, de Alba Petróleos y sobre todo del presidente y magistrados del Tribunal Supremo Electoral (la gran mayoría del FMLN), se le dio el gane al Sr. Sánchez Cerén y otra vez, la mitad de los salvadoreños votó en contra (y muchos aseguran que el ganador real fue ARENA).

En medio de un caos social, con una delincuencia y maras más organizadas y más violentas, con un índice de 11 asesinatos diarios en el país, con un desempleo cada vez más desesperante, sin medicinas ni recursos en los hospitales nacionales ni en el ISSS, con las escuelas destruidas y sin recursos, con una Asamblea Legislativa que sigue aprobando más préstamos y más impuestos sin atender recomendaciones de nadie y con el continuo despilfarro del dinero del estado que le llega por medio de los impuestos que a todos nos aplican, los salvadoreños han esperado con una amarga esperanza, que el nuevo presidente actúe con más ponderación y con buen juicio. Sin embargo las señales que se dan son malas y decepcionantes.

Al comienzo se nos dijo que diéramos la ventaja de la duda al nuevo presidente y este dejó en el gobierno a los mismos funcionarios que más han afectado al pueblo (Hacienda, Salud, Casa Presidencial, Seguridad Pública, Educación); después se nos recomendó paciencia y se vino el madrugón con los nuevos impuestos; ahora fácilmente el Sr. Sánchez Cerén pide que se tenga fe, mientras el presidente de la Asamblea Legislativa se va a Palestina a apoyar a los árabes en su conflicto con Israel, cuando aquí vivimos una pesadilla igual o peor. Mientras tanto, no hay plan de gobierno otra vez, no hay transparencia, no hay voluntad de congeniar con nadie. Todo es demagogia y publicidad engañosa, una verdadera estafa social.

¿Qué nos pedirán después? ¿Resignación?.

*Colaborador de El Diario de Hoy.