Siembra vientos…

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El Salvador ha perdido sus cuatro juegos, ante Chile, México, Estados Unidos y Canadá.

/ Foto Por Tomado de FIBA Américas

Por Por Manuel Hinds*

2014-08-07 6:00:00

La armonía social es un elemento indispensable para lograr el bienestar de la población y el desarrollo económico, social y político del país. Nada de esto puede lograr una sociedad en la que los unos odian a los otros, y en la cual la desconfianza separa a las personas y los grupos. Además, el odio naturalmente resulta en crimen e inseguridad ciudadana.

El FMLN tiene un problema estructural que le impide lograr esta armonía tan necesaria y por tanto no puede liderar el desarrollo de nuestro país y la eliminación del crimen: toda su maquinaria está orientada a sembrar la lucha de clases, el odio, la desconfianza y la división. Para ellos esta siembra tiene sentido. Una población dividida permite que una minoría domine a la mayoría y le imponga una dictadura terrible, como ha sido el caso de las dictaduras caudillistas de Castro en Cuba, de Chávez en Venezuela, y de las otras que están en formación en Latinoamérica. Además les permite decir que el capitalismo ha fallado.

En todos estos casos, la ideología no ha sido el principio que guía la acción de los dictadores, sino la excusa para sembrar la división en la sociedad e imponer la tiranía personal del caudillo. Cualquier excusa es buena para un tirano, con tal de que fraccione a la sociedad, volviendo a los unos enemigos de los otros e impidiendo así que se coaligue la mayoría para vencer a su minoría. La ideología marxista se presta idealmente para esto, porque es una generadora natural de odio y desconfianza.

Que la ideología es una excusa en las dictaduras del comunismo y del Socialismo del Siglo XXI se ve claramente en lo que ha emergido de ellas en el mundo en general y en América Latina en particular. Prometiendo solidaridad, riqueza y desarrollo, han producido una generalizada miseria espiritual y económica en toda la población, una ausencia total los derechos individuales y la reducción de la persona a la categoría de objeto. En Venezuela, la gente todavía protesta a pesar de que los socialistas del Siglo XXI han diezmado por más de una década a los que se atreven a hacerlo. Ya en Cuba la gente está tan humillada y esclavizada que ya ni se atreven a pensar en protestar.

El FMLN ha usado esta inyección de odio por décadas con enorme éxito. No hay dimensión de la vida del país que no esté siendo destruida por el odio, desde la seguridad familiar (ahogada en asesinatos) hasta la inversión (cuya falta condena a la población a la pobreza).

En realidad, esa siembra de odio es lo único que saben hacer sus líderes. Por esa razón es que tanto en entrevistas como en el actuar, ellos se muestran muy seguros de sí mismos y muy convincentes cuando están sembrando cizaña pero muy inseguros y balbucientes cuando se les pregunta sobre lo que piensan hacer para resolver los graves problemas del país. Eso ni les interesa (si les interesara se hubieran preparado para resolverlos). Lo que los ha movido y los mueve es la búsqueda del poder total económico y político. Y para eso el odio que separa y que destruye el espíritu cívico y la integridad personal de los ciudadanos es muy conveniente.

La población tiene que comprender que el odio es lo que está hundiendo a este país en un lodazal de crimen, atraso económico y pérdida de los derechos políticos. El pueblo no puede permitir que esto siga. Debe darse cuenta de que las tempestades que vendrán como consecuencia de los vientos que está sembrando el FMLN serán terriblemente destructivas, y comprender que lo que el progreso de todos requiere no es odio sino unidad y cooperación a todos los niveles. Si se deja manipular con el odio y la desconfianza, terminará como en Cuba, totalmente desposeído de sus derechos como individuo.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.