Monseñor Romero: Hombre de Dios, de la iglesia y servidor de los pobres

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Roca redujo lista de convocados a la Selecta.

/ Foto Por Archivo

Por Por Oscar Rodríguez Blanco, s, d, b.*

2014-08-22 6:00:00

La iglesia se prepara para celebrar en 1917 el “centenario” del nacimiento de monseñor Óscar Arnulfo Romero. Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos han iniciado, a nivel nacional, un “trienio de años” en los que con una temática concreta se reflexionará sobre la vida y ministerio pastoral de este obispo mártir: El “hombre de Dios” de agosto 2014 a julio 2015; el “hombre de iglesia” de agosto 2015 a julio 2016: el “servidor de los pobres” de agosto 2016 a julio 2017?.

Monseñor Romero nació en Ciudad Barrios, San Miguel el 15 de agosto de 1917, día en que la iglesia celebra a la Virgen María en su Asunción a los cielos. Hijo de una familia humilde, trabajadora, cristiana y ejemplar. En su hogar aprendió desde pequeño los sanos principios morales y religiosos que sustentarían toda su vida. Ingresó al Seminario menor de San Miguel en 1931, tenía 13 años. Estudió teología en Roma, ahí le tocó vivir las penurias y sufrimientos causados por la Segunda Guerra Mundial. Se ordena de sacerdote el 4 de abril de 1942.

San Pablo Apóstol dirigiéndose a su discípulo Timoteo le llama “hombre de Dios”, él era un joven que iniciaba su ministerio, se sentía indigno de ejercerlo pero se reconocía “instrumento de Dios” para cumplir con su misión. Monseñor Romero, de carácter tímido y reservado se sintió siempre un instrumento de Dios para predicar la verdad del evangelio. Como un verdadero profeta supo decir a su pueblo lo que Dios quería que dijera y no lo que muchos querían escuchar.

Monseñor Romero fue un hombre que supo tomar muy en serio el evangelio, lo encarnó en su vida y lo supo inculcar a los demás. Su entrega a Dios para hacer el bien fue total. En una ocasión dijo: “hemos tratado de vivir un evangelio muy cómodo, sin entregar nuestra vida, solamente de piedad, únicamente un evangelio que nos contenta a nosotros mismos”. Predicar el evangelio y tratar de aplicarlo a la vida del pueblo le trajo muchísimos problemas. El poner siempre el “dedo en la llaga” no le fue siempre fácil, con mucha humildad llegó a decir: “Yo comprendo que es duro perdonar después de tantos atropellos, y sin embargo, esta es la palabra del evangelio: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y persiguen”. Su firmeza en la defensa de los derechos de las personas lo llevaba en la mente y el corazón.

Creo que no pasará mucho tiempo para que en esta nación, y en el mundo entero, se le venere como “beato”. Durante la conferencia de prensa que concedió el Papa Francisco durante el vuelo de regreso al Vaticano tras su visita a Corea del Sur, en una pregunta que le hicieron sobre la beatificación de monseñor Romero, contestó: “El proceso está en la Congregación para la Doctrina de la Fe, ‘bloqueado por prudencia’, como dijeron. Ahora está desbloqueado y ha pasado a la Congregación para los Santos y está siguiendo el camino normal de un proceso. Para mí, Romero es un hombre de Dios. Él fue un hombre de Dios. Pero tenemos que seguir el proceso y el Señor tiene que dar su signo ahí. Pero ahora, los postuladores tienen que moverse, porque no hay impedimentos”. Ciertamente en el momento oportuno, lo tendremos como beato.

*Sacerdote salesiano.