Un nuevo y sangriento éxodo

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El Salvador fortalece turismo médico que ha generado 12.1 millones de dólares

Por Por Max Mojica*

2014-08-28 5:00:00

El número de salvadoreños que decide abandonar el país en busca de una nueva vida no parece descender, de hecho ha sido una tendencia social que ha ido al alza derivado de factores que afectan a la sociedad salvadoreña en todos sus niveles, pero en especial a las clases sociales más vulnerables del país, generando una nueva oleada migratoria sin precedentes desde la época del conflicto armado. Los datos señalan que de continuar dicha tendencia, la población envejecerá demasiado como para mantenerse (sin contar con el peligro generado por los proyectos gubernamentales de hacer de nuevo “público” el sistema de pensiones), pero el país tampoco parece poder funcionar sin las remesas de las cuales se ha generado una peligrosa dependencia para mantener nuestra endeble economía, por lo cual resulta necesario analizar el tema de la nueva oleada de ansias migratorias que está experimentando el país desde que la “esperanza del cambio” se materializó en el 2009.

De acuerdo a los analistas, las migraciones se deben en gran parte a la violencia que actualmente acecha al país y que se ha convertido en la primera causa de migración por ahora. Entre 200 y 300 personas por día emigran (¿huyen?) de El Salvador, pero también unas 200 personas al año mueren en su intento por alcanzar el dorado sueño, todo según estimaciones del viceministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador, lo cual hace que la migración se haya convertido en un nuevo y sangriento éxodo nacional. Entrevistas hechas a salvadoreños migrantes, afirman que están “huyendo” y que “prefieren morir en el camino a que los maten en su propio país”, expresiones las cuales resumen en pocas palabras, lo que la población opina de su vida, así como de la percepción de su futuro personal y familiar en nuestra sufrida Patria.

De acuerdo a las estadísticas divulgadas por entidades como Latin Trade Research y The Gardian, El Salvador sufre la alarmante tasa de 55 homicidios por arma de fuego por cada cien mil habitantes, que se traduce en 14 muertos al día en promedio, cifra la cual ha ido en alza desde el año de 2009 en el que se experimentó un aumento de homicidios al día, respecto al año inmediato anterior, subiendo de 8.7 diarios en el 2008 a 12 diarios en el 2009. Dadas tales cifras, no es de extrañar que los salvadoreños prefieran enviar a sus pequeños hijos a experimentar las penurias de la migración ilegal, así como a los riesgos de atravesar ríos, desiertos y peligrosas fronteras, que dejarlos en este país respecto al cual los padres de éstos perciben que tales menores no tienen futuro ni esperanza, y es que las cifras hablan por sí solas, en el 2009 el número de menores que migraban ilegalmente sin acompañantes era de 1,221, siendo que para el 2014 aumentó a 14,591.

Los estudios realizados muestran que la ola migratoria se da principalmente desde El Salvador hacia a Estados Unidos, seguido de cerca por Canadá, Australia y España. Curiosamente, antes de 2005, los destinos migratorios intrarregionales incluían a Argentina y Venezuela, siendo que cuando llegaron los respectivos gobiernos de izquierda a instalarse de forma permanente en tales países, dejaron de ser atractivos para los migrantes. Quizás esa sea la explicación que el movimiento migratorio hacia países como Cuba, sea nulo.

Además de la delincuencia, la migración salvadoreña aduce la “falta de oportunidades” para el progreso y desarrollo –tanto personal, como profesional y empresarial–, así como la percepción que la gestión política a lo “Socialismo del Siglo XXI”, que está tomando cada vez más protagonismo en el país, como una de las causas principales para optar por liquidar sus activos localmente y proceder a migrar de forma legal, y en la mayoría de casos, ilegalmente. Enmarcado en ese escenario, anualmente emigran de El Salvador unas 55 mil personas, pero de estas 25 mil 845 no logra coronar su meta porque son deportadas, y las que lo logran, si bien es cierto que llegan a suelo norteamericano o al país de destino elegido, dejan atrás familias rotas que son un caldo de cultivo ideal para las maras. La mayoría de migrantes ilegales lo hace vía terrestre, una travesía que tarda entre tres semanas a un mes, tiempo durante el cual los connacionales deben exponerse a las peores condiciones que un ser humano puede experimentar.

Ante esa sangría de buenos compatriotas: obreros, técnicos, médicos, comerciantes, empresarios, profesionales que deciden abandonar El Salvador, es urgente que los salvadoreños despertemos de ese letargo en el que nos encontramos; las cosas en El Salvador no van a mejorar de “forma espontánea”, no podemos tampoco seguir esperando que “alguien haga algo”. Cambiar, mejorar, retomar las instituciones, luchar por la democracia en el país, luchar porque se mantenga el estilo de gobierno republicano en el cual se respeten las libertades individuales y se promueva la iniciativa privada, el libre movimiento de ideas, personas y capitales, es responsabilidad de todos, no de un partido político o institución empresarial.

Dejar que el país se hunda porque percibimos que “todo está perdido”, únicamente acelerará el colapso, ahora la historia nos llama a trabajar aún más arduamente por El Salvador. El sueño americano, también se puede alcanzar en tu país. Creamos en El Salvador. Trabajemos por El Salvador. Comprometámonos por El Salvador, ahora, cuando todavía es tiempo, si no lo hacemos hoy, no lloremos mañana.

*Colaborador de El Diario de Hoy.