Otra advertencia

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Rescatistas trabajando para sacar los vehículos que quedaron debajo del puente colapsado en Belo Horizonte. 

/ Foto Por Reuters

Por Por Manuel Hinds*

2014-07-03 5:00:00

Hace ratos que he venido insistiendo en estas columnas que las políticas monetarias expansivas que prevalecen en el mundo entero presentan un riesgo serio de que la crisis de 2008 se repita, a niveles similares y aún peores. Hace apenas una semana publiqué un llamado al gobierno a que ponga rápido sus cuentas en orden porque sería terrible que una crisis así nos encuentre desordenados.

El 29 de junio próximo pasado, el Banco Internacional de Pagos (Bank for International Settlements, BIS, por sus siglas en inglés) publicó su Reporte Anual #84, el cual contiene una seria advertencia de que la continuación de esas políticas expansivas pueden llevar a una seria crisis. El BIS es una institución encargada de coordinar regulaciones en los servicios financieros para promover la estabilidad financiera internacional. Sus dueños son los principales bancos centrales del mundo. El documento se puede bajar de http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2014e.pdf.

El reporte nota varios síntomas que son preocupantes. Primero, las políticas expansionistas han aumentado las deudas públicas de muchos países a niveles que pueden volverse insostenibles. Segundo, las bajísimas tasas de interés impuestas por los bancos centrales han generado aumentos récord en los precios de las acciones que no corresponden con las bajas tasas de crecimiento de las economías. Esta desconexión es una precondición para una caída violenta en dichos precios, que puede tener graves consecuencias financieras. Tercero, con altísimas deudas y con exagerados precios de las acciones la vulnerabilidad de las economías a aumentos en las tasas de interés (que pueden suceder aunque los bancos centrales no quieran) se vuelve doblemente crítica.

Cuarto, las bajas tasas de interés generan un falso sentido de seguridad que lleva a gobiernos y empresas a sobre endeudarse todavía más. Quinto, los países emergentes que han tenido booms financieros (como Brasil, Perú, Chile, etc.) están particularmente vulnerables en esta etapa del ciclo y ya están comenzando a sufrir. Sexto, los bancos comerciales que estuvieron expuestos a la crisis pueden tener todavía muchas pérdidas escondidas (préstamos e inversiones a actividades insolventes que se mantienen al día sólo porque los bancos se los refinancian continuamente), lo que los vuelve más propensos a una crisis.

El gobierno no debe echar en saco roto estas advertencias. Es hora de que la política fiscal se maneje profesionalmente, entendiendo que hay dos lados en ella, el de los ingresos y el de los gastos, y que para definirla apropiadamente es necesario establecer prioridades de lo que se quiere lograr en el largo plazo (por ejemplo, una población bien educada y saludable) y de cómo se pueden obtener eficientemente los fondos necesarios. El gobierno tiene que entender que no tiene ningún derecho a cobrar una cierta cantidad del impuestos como porcentaje del PIB para después gastárselos como él quiera. Puede cobrar impuestos sólo para darle a los ciudadanos los servicios públicos que está obligado a dar, y con buena calidad. Esto puede ser más que lo recaudado actualmente. Pero la justificación para aumentar la carga tributaria no está en porcentajes del PIB sino en los servicios prestados eficientemente como contrapartida de los impuestos. Y esa justificación es igualmente válida para reducir los gastos que no son conducentes al desarrollo del país.

A estas necesidades hay que añadir la obligación de manejar las finanzas públicas en orden para enfrentar una posible crisis.

El sector privado debe atender también a estas advertencias. Una crisis fiscal afectaría negativamente no sólo al FMLN sino al país entero, incluyendo a los empresarios privados. Tampoco quieren ellos que sus hijos vivan en un país sin educación y sin salud. Se necesitan impuestos para esto. Educar a la población y darle salud es caro. Pero es más caro tener una población sin educación y sin salud.

Por supuesto, el BIS puede estar equivocado. Puede ser que no pase nada o que al revés las economías sigan creciendo en todo el mundo. Pero es mejor poner las cuentas en orden y después descubrir que no hay crisis, que no ponerlas y luego experimentar una. El riesgo es suficiente como para tomarlo en cuenta en la formulación de la política fiscal.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.