¿Odio teológico?

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elsalvador.com

Por Por Mario Aguilar Joya*

2014-07-13 5:00:00

El término odio teológico se refiere a la antipatía que se genera en función a áreas relacionadas a la religión o de las creencias que profesan los individuos. La violencia generada por este tipo de odio no se circunscribe al plano intelectual, verbal o escrito; sino que en la mayor parte de casos trasciende a agresiones físicas con todo el espectro que esto conlleva; llegando en casos extremos incluso a la persecución, secuestro y exterminio.

A primera vista el título parece contradictorio e imposible: ¿Odio teológico? Cómo puede ser posible si la teología es por definición el estudio de Dios que es amor y misericordia. ¿En dónde cabe que dentro del estudio del amor de Dios exista espacio para el odio? Y es que lamentablemente la historia está llena de ejemplos de esta práctica, tanto entre miembros de la misma denominación religiosa, como miembros de diferentes creencias religiosas. Ya en el Siglo XVII el filósofo holandés Baruck Spinoza decía que “El odio teológico es el peor de todos los odios”.

Son conocidos mediáticamente dos ejemplos extremos de odio teológico: En primer lugar el caso de Boko Haram, que es el nombre de un grupo terrorista fundamentalista islámico, cuyo nombre traducido es “La pretensión es maldición” o a veces traducida como “La educación occidental es pecado”; esta agrupación es la responsable del secuestro de 276 adolescentes de entre 12 y 16 años de edad, hecho perpetrado en Chibok, una villa tradicionalmente cristiana en el Estado de Borno, que es predominantemente islámica, la cual se encuentra situada en Nigeria; más aún se estima que alrededor de 2000 cristianos han muerto en esa zona en lo que va del año. El segundo caso es el de la doctora Mariam Ishaq, de Sudán, quien por convertirse al cristianismo fue encarcelada con su hijo de dos años; el caso es más conmovedor, pues ella estaba embarazada y fue condenada a muerte por “incompatibilidad religiosa”. Posteriormente fue dejada en libertad debido a la presión mundial.

Definitivamente estos son ejemplos actuales del odio teológico descomunal: Tanto los cristianos masacrados por su fe, las adolescentes que han sido secuestradas y maltratadas por el hecho de ser cristianas, como personas que son castigadas por cambiar de religión. Todo esto se comete ante la relativa pasividad del mundo entero y con la consecuente impunidad.

Podríamos especular que esos son casos extremos y exagerados, en donde la violencia y el maltrato subyugan la razón y la espiritualidad. Podríamos llegar a pensar, equivocadamente, que eso solamente ocurre en lugares distantes; sin embargo sucede frecuentemente en todos lados, sobre todo en casos donde la intolerancia religiosa lleva a miembros de la misma denominación religiosa a creer erradamente que sólo sus formas de culto son las correctas, fenómeno denominado «capillismo» o aquellos que excluyen a otros porque no creen en «el mismo Dios»; al actuar así, estas personas están haciendo realidad la famosa frase de Víctor Hugo: “Mientras más pequeño es el corazón de los hombres, más odio alberga”.

Tratar este fenómeno no es fácil, sin embargo una forma de sobreponerse a este flagelo mundial es a través de la tolerancia religiosa: El entender que a pesar de pertenecer a diferentes denominaciones, todos somos iguales, complementarios y sobre todo hijos de Dios.

*Doctor en Medicina.

aguilarjoya@yahoo.com