Expectativas para este gobierno

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En el Clausura 2014, Hector Ramos tuvo una destacada actuación donde anotó diez goles.

/ Foto Por EDH / Archivo

Por Por Julia Regina de Cardenal*

2014-06-04 6:02:00

Comienza una etapa nueva para El Salvador. Todos los salvadoreños estamos muy preocupados por la crisis social, económica, institucional y política en la que dejó el país el gobierno anterior y estamos vigilando cada paso de este gobierno. El anterior prometió muchas cosas que no cumplió. Además creó y vendió internacionalmente programas tales como la Secretaría de “inclusión social”, que supuestamente protegería a los grupos más vulnerables, sin embargo fue bastante incoherente y excluyente de estos.

Hubo casos emblemáticos que dicho gobierno quiso utilizar discriminatoriamente para legalizar el asesinato de bebés en el vientre materno, excluyendo y atentando en contra de los derechos humanos que tienen estos pequeños seres humanos vulnerables e indefensos, igual que el de todos los ciudadanos según la ley salvadoreña y según la ley natural. Una Secretaria de “inclusión” debería de ser justa y equitativa, no elegir a quienes “incluye” y a quienes no. No debería de favorecer a ciertos grupos, inventando “derechos” especiales para ellos y discriminar a los que supuesta y engañosamente dice proteger. Eso no es honesto. El aborto mata al más pobre desprotegido y daña a su madre.

Asimismo, a pesar que estadísticas mundiales demuestran que fortalecer la familia promoviendo el matrimonio, para que los hijos puedan crecer en un ambiente estable y seguro ayuda al desarrollo económico y social de una nación –permitiendo que estos muchachos se conviertan en una riqueza y no en una carga para la sociedad y el Estado– se amenaza la familia pretendiendo redefinirla reinventando el matrimonio. Esto se hace como una forma de “tolerancia” malentendida o de caridad con los grupos LGBTI (lésbico-homosexual-bisexual-transexual-indefinidos). Llama la atención que se nieguen a honrar su palabra empeñada desde hace años en ratificar la reforma constitucional que define el matrimonio.

Se confunde la verdadera misericordia, que es saber cómo ayudar a las personas a mejorar su vida y a buscar felicidad haciendo el bien, que muchas veces no es lo más fácil. Sin embargo así como no se vale darle un postre que le encanta a un diabético para que no se sienta mal cuando todos están comiendo, porque sabemos que le va a causar un gran daño, tampoco sería correcto que un médico, para evitarle malestar a un paciente de cáncer, le recetara aspirinas cuando lo que necesita es quimioterapia que va a ser muy dura y le hará sentirse mal; no está bien aceptar cualquier tipo de desorden sexual y mucho menos promoverlo como un derecho humano. Debemos aprender a separar el respeto que se le debe a cada persona de sus comportamientos. No podemos dejarnos llevar por modas o presiones de organizaciones internacionales o de otros gobiernos.

No sería lógico dar a menores de edad acceso libre al alcohol, drogas, armas, carros, sin embargo se pretende dar “derechos sexuales y reproductivos” para ellos, los cuales incluyen poder tener relaciones sexuales con quien quieran, usar cualquier tipo de anticonceptivos y abortivos sin el conocimiento y consentimiento de los padres, violando su derecho de primeros educadores de sus hijos que el Estado tiene obligación de proteger.

La prepotencia, la confrontación, la exclusión, el irrespeto a la Constitución, a la institucionalidad, a la legislación y a los verdaderos derechos humanos no pueden seguir siendo la forma de gobierno. Si hay una voluntad real de solucionar los problemas económicos, sociales y políticos, debe de haber una inclusión real, un diálogo verdadero –no sólo como pantalla– con todos los sectores y en todos los temas.

*Columnista de El Diario de Hoy.