Sentir y razonar

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elsalvador.com

Por Por María A. de López Andreu*

2014-06-20 6:04:00

Leí ávidamente en “Interrogantes.net” el artículo de Alfonso Aguiló “Defender la razón”. No solo me interesó el tema sino que, además, menciona al Padre Brown, el personaje central de las apasionantes novelas de misterio de G.K. Chesterton, a quien me aficioné desde que, siendo muy niña, mi padre me regaló “La incredulidad del Padre Brown”. Como saben, este personaje era un sacerdote aparentemente ingenuo, pero con gran agudeza y profundo conocimiento de la naturaleza y psicología humanas, lo que le convertía en un detective fuera de serie, capaz de resolver cualquier crimen por enredado que fuera.

¿Por qué Aguiló hace defensa de la razón utilizando al Padre Brown? Porque “es un hombre de fe, pero pone mucho énfasis en la racionalidad y la coherencia. Es algo recurrente en todos sus relatos, llenos de humor y de agudeza. Insiste en que la razón es siempre lógica y congruente”. Y añade: “Es una persona que estudia muy cuidadosamente cada uno de los crímenes, piensa exactamente cómo pudo haberse hecho algo así y con qué disposición de ánimo o estado mental pudo un hombre cometerlo. Y cuando está bastante seguro de haberse puesto exactamente en el sentimiento del autor mismo, entonces, tarda poco en averiguar de quién se trata”.

Es decir: basa su método en razonamiento y sentimiento.

Esto enlaza perfectamente con otro artículo que también me encantó, “Los poetas tenían razón”, publicado recientemente por Marvin Galeas en EDH. Marvin comenta los resultados de un estudio científico de la Universidad de Stanford con el que llega a pensarse que el corazón, efectivamente, nos lanza señales –las famosas corazonadas– que no debemos ignorar; parece demostrar que el corazón “razona”, “tiene cerebro propio” y nos ayuda a tomar las decisiones más importantes.

Entonces, ¿debe guiarnos solo el corazón? No, de ninguna manera: razón y corazón deben guiarnos siempre, especialmente en los momentos difíciles.

La práctica de razonar está casi a punto de extinción y no debemos permitirlo. Mucho menos, en los temas delicados referentes a nuestro país. Y, providencialmente, estos dos columnistas (Aguiló y Galeas) nos han lanzado señales de alerta que no debemos ignorar.

¿Qué nos dice nuestro corazón acerca de las medidas que el gobierno está tomando? El mío se contrae afligido cuando leo las declaraciones del recientemente proclamado presidente salvadoreño, ya que capto un doble discurso; además, le veo menguado, sumamente desmejorado en este corto período que ha pasado desde sus días de maquillado candidato, a esta fecha, en la que ya es mandatario y lleva por el mundo la representación de nuestro país. Hay propuestas gubernamentales que no tienen lógica, las respuestas a preguntas concretas y las actitudes frente a los razonamientos de sectores pensantes son preocupantes e, incluso, contradictorias. Es decir: mi cerebro también se aflige.

Los ciudadanos, especialmente aquellos en posiciones de liderazgo, harán bien en usar las tácticas del Padre Brown para descubrir qué está pasando: estudio cuidadoso, dar pensamiento a los hechos y tratar de ingresar al estado mental de los funcionarios para comprender realmente cómo ven nuestra situación nacional. Y, entonces, actuar de acuerdo a esas circunstancias. Tal vez así pueda encontrarse la forma para hacer comprender al nuevo gobierno que todos estamos en el mismo barco y debemos mantenerlo a flote, pero que determinadas medidas terminarán hundiéndonos.

A usted, ¿qué le dicen su cerebro y corazón?

*Columnista de El Diario de Hoy.