Confianzas y desconfianzas en seguridad pública

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Desde la izq:Simán (ASI), Poma (Grupo Poma), Cardenal (Camarasal), Zablah (ADES),García Prieto (FundaMadrid). 

/ Foto Por Huber Rosales

Por Por Carlos Ponce*

2014-06-10 6:01:00

Han transcurrido pocos días desde que Sánchez Cerén asumió como presidente de la República. Durante esta coyuntura de transición, los nuevos funcionarios (y también los reciclados) han desfilado en los diferentes espacios radiales y televisivos explicando los enfoques, estrategias, planes y acciones que pretenden adoptar desde sus respectivas instituciones. La ciudadanía ha escuchado atenta, en algunos casos con preocupación y, en otros, con cierta esperanza. Hay temas, titulares y carteras que son de especial interés para los salvadoreños, ya que están asociados con graves crisis que hereda el presidente saliente y su equipo de trabajo. La criminalidad y seguridad pública, como lo revelan diferentes encuestas de opinión, son tópicos que atraen particularmente la atención.

Después de pasar dos años escuchando, con decepción y angustia, a Mauricio Funes y a su gabinete de seguridad defender agresivamente un pacto con los cabecillas de las organizaciones criminales más grandes y peligrosas del país, los que escuchan más atentos las declaraciones de Sánchez Cerén y su equipo de seguridad en busca de palabras que auguren un cambio en el abordaje oficial del problema delictual, son los ciudadanos honrados que a diario son amedrentados y victimizados por las pandillas. Esas son las personas que, bajo la administración saliente, se sintieron más abandonadas que nunca.

Hasta el momento, la persona más visible del gabinete de seguridad pública de Sánchez Cerén es Benito Lara, un veterano legislador y militante de partido oficialista que fue juramentado como ministro de Justicia y Seguridad Pública este mes. El discurso de Lara en diferentes programas televisivos, en términos generales, ha sido coherente y sensato. Durante sus intervenciones, ha tocado temas críticos dentro del aparato de seguridad y mencionado acciones puntuales y cuerdas para abordarlos.

Sin embargo, hay una cosa en particular que me genera desconfianza de Lara y su discurso. Aunque ha tocado otros temas sensibles de forma sensata, sus comentarios en relación a “la tregua” con las pandillas han sido evasivos y ambiguos, incluso dejando la puerta abierta para que pueda dársele continuidad a la controversial y nociva iniciativa impulsada por Funes. Lara no es técnico en seguridad, tiene una larga trayectoria política partidaria.

Las pandillas, como quedó evidenciado durante las últimas elecciones y como han advertido informes elaborados por entidades extranjeras, se han convertido en importantes actores dentro de la dinámica política de El Salvador. Su amplia cobertura territorial y reputación violenta son ahora activos codiciados por partidos políticos que buscan instrumentalizarlos con fines electorales. Resulta difícil creer que un político de carrera como Lara, de la noche a la mañana abandonará la dinámica política, en especial tomando en cuenta la lamentable forma en que se ha referido a “la tregua” y que, por otro lado, Sánchez Cerén decidió dejar dentro de su equipo de seguridad a David Victoriano Munguía Payés, a pesar es identificado como el arquitecto del pacto pandillero y que, actualmente, está siendo investigado por la Fiscalía General de la República por comercio ilícito de armas, según declaró Luis Martínez, fiscal general.

La desconfianza que me genera Lara, no obstante, se contrapone a la confianza que me genera el nombramiento del comisionado Mauricio Ramírez Landaverde como director general de la Policía. Ramírez es un oficial vinculado a la izquierda salvadoreña, pero ha demostrado, a través de su trabajo y desempeño, que es institucional y que ser policía está por encima de su preferencia ideológica. Es una persona muy profesional, inteligente y analítica, rasgos evidentes en sus declaraciones pausadas, claras y elocuentes. Su gestión al frente de la Policía, hasta el momento, me genera expectativas positivas y le doy mi voto de confianza.

La esperanza de los salvadoreños descansa, por ahora, en Ramírez Landaverde y Luis Martínez,. Estoy convencido que puede existir una excelente dinámica de trabajo entre ambos funcionarios, en favor de la ciudadanía y en detrimento de la criminalidad.

*Criminólogo. @cponce_sv