La política fiscal salvadoreña y la contracción de la economía de EE. UU.

descripción de la imagen

Lionel Messi junto a sus compañeros de la selección de Argentina durante la sesión de entrenamiento. 

/ Foto Por EFE

Por Por Manuel Hinds*

2014-06-26 6:03:00

El miércoles pasado el Departamento de Comercio anunció que había revisado su estimación del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) durante el primer trimestre de este año. Previamente había calculado que había decrecido a una tasa anual de 1 por ciento de enero a marzo de 2013 a enero a marzo de 2014. La cifra reestimada es un decrecimiento de 2.9 por ciento, una caída de la producción rara vez vista excepto en recesiones.

No está claro por qué el PIB cayó tan profundamente. Como es muy frecuente, las declaraciones ofrecidas por muchos observadores no son explicaciones de por qué se dio la caída sino solo descripciones de cómo cayó: en parte cayó por un descenso de la demanda de los consumidores (especialmente en gastos médicos, que no se da ninguna explicación de por qué cayeron) y en parte por una contracción de 10 por ciento de las exportaciones (que indica un fuerte debilitamiento de la economía internacional por el que tampoco se ofrece ninguna explicación, clara excepto que China y otros mercados emergentes compraron menos mercadería). Algunos han dicho que la baja en el crecimiento del consumo se debió al invierno, pero hubo invierno el año pasado también.

Los mismos observadores aseguran que el segundo trimestre está siendo mucho mejor que el primero, y estiman que la economía está creciendo al tres por ciento anual de abril a junio. Esto implicaría que se está dando un gran rebote, equivalente a casi 6 por ciento del PIB, de un día para otro (pasar de 2.9 negativo a 3 positivo es 5.9 puntos del PIB). Si la caída de 2.9 por ciento es muy rara excepto en recesiones, un rebote de 6 puntos en un trimestre es todavía más raro.

El gobierno de El Salvador haría bien en no ver con ligereza estos eventos, ya que indican caídas en la actividad económica tanto en Estados Unidos como en el resto de la economía mundial (manifestado en la caída de las exportaciones estadounidenses). Hay muchos problemas que no quedaron totalmente resueltos de la recesión pasada, que pueden salir de debajo de la alfombra para volver una posible recesión tan grave o más que la anterior. Si la economía estadounidense se debilita las utilidades de las empresas bajarán, y los precios de sus acciones caerán, con graves consecuencias para el sistema financiero de ese país, que todavía tiene en sus libros préstamos dudosos heredados de la crisis anterior. Una crisis de este tipo puede causar muchos efectos negativos en el país, incluyendo (como pasó en 2008), la dificultad de encontrar financiamiento en medio de ella.

La administración anterior endeudó enormemente al país sin haber aumentado su capacidad productiva con inversiones en infraestructura, sin haber mejorado los servicios públicos y sin haber reducido la pobreza (que en realidad aumentó), y eso fue en una época de bonanza para América Latina y el mundo entero. El Salvador se debilitó sustancialmente con ese desperdicio de recursos, especialmente frente a una recesión que podría estar formándose en este momento.

El secretario Técnico declaró hace un par de días que “de algún lado hay que sacar el dinero” para restablecer la solvencia que, con los votos del FMLN, destruyó la administración anterior. Esto es sumamente factible pero solo si el gobierno elabora una estrategia clara y la sabe explicar a los diputados y a la población en general.

Hasta ahora, por al menos cinco años, lo que el gobierno ha presentado a la Asamblea son parches diseñados arrebatadamente para pasarle ríos de dinero al Ejecutivo para que los gaste sin control. Esto fue posible por tanto tiempo porque las finanzas del gobierno estaban sumamente bien ordenadas, al punto de que la deuda del país tenía una calificación de grado de inversión, y porque la economía tenía una solidez que el último gobierno debilitó gravemente.

Es hora de profesionalizar otra vez las finanzas del Estado y, con éstas y otras medidas, dar la confianza necesaria para que la inversión aumente. Es realmente urgente hacerlo cuando la economía internacional está dando señales de problemas.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.