Noé: teología ficción

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??lvarez y Videoton marchan perfectos en la liga, Ya alcanzaron los 41 puntos y se mantienen lideres. Foto: EDH / Foto Por Videoton

Por Por Carlos Mayora Re*

2014-04-18 5:00:00

He visto varias personas preocupadas por la película Noé, fundamentalmente porque consideran que al no apegarse estrictamente a lo narrado en la Biblia, y tomar elementos de la Sagrada Escritura para tejer una historia “hollywoodesca”, hay riesgo de que algunos puedan perder la fe al no encontrar trazas en el Génesis de los Vigilantes (esos gigantes de piedra con cierto parecido a los “transformers” que aparecen en la película) y otros inventos del director.

También me he encontrado algunos preocupados porque, según ellos, podría haber personas que le crean más a la película que a la Biblia, y por lo mismo termine haciéndoles un serio daño en el conjunto de sus creencias.

Noé, la película, no es más que una buena historia de “teología ficción”, al estilo de “El señor de los anillos”, visualmente bien construida y narrativamente interesante. Darren Aronofsky y Ari Handel, guionistas los dos y el primero, además, director de la película, hacen lo imposible por ganar dinero: montan una historia en la que los buenos son buenos, los malos muy previsibles, y explotan los miedos sociales modernos (los descendientes de Caín, enemigos de Noé, son carnívoros, mientras los hijos de Set de tan ecológicos que son han terminado por ser vegetarianos…), aprovechan los recuerdos bíblicos de la cultura popular (Noé, como Abraham, está a punto de sacrificar a su descendencia, y como Jonás, es intransigente con los pecadores), y echan mano de hartos efectos especiales.

Sin embargo, en la película aparecen temas que podrían haber dado más de sí. Como por ejemplo, la realidad del pecado y el castigo que merece; así como una aproximación a Dios como alguien que ama a los humanos a pesar de sus malas vidas, y que no se cansa de darles oportunidades de reconciliarse con Él. Y todo dentro del más genuino contexto del Antiguo Testamento: un hombre escogido por Dios para llevar a cabo una misión de salvación, con quien el Creador se comunica por medio de símbolos, señales y sueños. Un hombre –Noé– que se juega el todo por el todo por mantener viva la misión dada por Dios y llevarla a cabo, aunque haya que luchar a muerte con los hijos de Caín; utilizando auténticas licencias narrativas que se conceden los guionistas, y que tienen relativo éxito pues apelan al imaginario cultural vigente.

La película padece, también, de una hipertrofia de efectos especiales. Lo que debería resultar espectacular y sobrecogedor: los bosques milagrosos, el mundo bajo las aguas, los animales acudiendo al arca, los gigantes de piedra… Termina por embotar los sentidos del espectador, demasiado acostumbrado por el cine contemporáneo a dichos recursos, de tal manera que ya no le sorprende nada y la magia de los efectos es contraproducente: en lugar de asombrar, aburre.

En cuanto a la polémica religiosa que la película podría levantar, pues distorsiona en cierta manera la forma en que cristianos, judíos y musulmanes conciben la figura y la misión de Noé; al final ha resultado un tanto artificial. A medio camino entre una campaña destinada a despertar curiosidad en quienes les encanta “descubrir” que la Biblia puede ser cuestionada, y los que defienden a capa y espada no sólo la literalidad de la misma, sino su historicidad que no tolera críticas.

A fin de cuentas, ni el argumento es lo suficientemente fiel a la fuente que inspira la película, ni tampoco es que no tenga nada que ver con Noé, el diluvio y la intención de Dios de preservar una familia de la destrucción causada por el diluvio. Aunque los motivos de Dios para salvar al Noé de veras, en realidad, estuvieron bastante más allá del simplismo de que la familia destinada a perpetuar el género humano hubiera sido vegetariana…

*Columnista de El Diario de Hoy.

carlos@mayora.org